- Por homófobo, naturalmente.
- Y, sobre todo, para dar un escarmiento: que ningún colegio se atreva a discrepar de su ley sobre identidad de género.
- Pero aquí, además, hay venganza personal de Cifuentes contra quien se oponga a su homosexualización de la infancia.
- Nada extraño: el cristiano está forzado a moverse entre el heroísmo y la traición.
- El colegio Juan Pablo II ha escogido el heroísmo… y le puede llevar al martirio.
Cristina Cifuentes (en la imagen) ha enviado al fiscal la carta del director del colegio Juan Pablo II. Es decir, el hombre que se atrevió a discrepar de su dos normas sobre identidad de género que
imponen el homosexualismo en la escuelas madrileñas, tanto públicas como privadas. Las mismas normas que provocaron un
estudio de los obispos de Alcalá y Getafe asegurando que las leyes aprobadas por
la pepera Cifuentes, con el apoyo de toda la Asamblea de Madrid, atentaban contra la
libertad de enseñanza, contra la
libertad de expresión y contra la
libertad de cátedra.
Un colegio perseguido, titulaba Hispanidad. En efecto, Cristina Cifuentes –oiga, que es del PP, no de Podemos- se preparaba para golpear al
Juan Pablo II (de Alcorcón, no de tierra de ricos) con la amenaza implícita de
quitarle el concierto, con lo que tendrían que cerrar. La presidenta de la Comunidad de Madrid, además, quiere dar un escarmiento: que ningún colegio se atreva a discrepar de su ley sobre identidad de género.
Pero no le basta con eso:
la obispa de Madrid quiere venganza. Por eso, no contenta con estrangular al colegio quiere hacer daño al director, autor de la carta. Y así, ha remitido a la Fiscalía la carta enviada a los padres por si fuera culpable de homofobia.
El asunto es grave, porque al director del centro le impondrán, gracias a doña Cristina, la pena del
delito de odio, -la última delicia de los fiscales- con el artículo 510 del Código Penal, que condena la homofobia con penas de hasta 3, ampliables a cuatro,
años de cárcel.
Nada extraño, por otra parte. El cristiano está forzado a moverse entre el heroísmo y la traición. Y
el colegio Juan Pablo II, con su director a la cabeza, ha escogido el heroísmo... y le puede llevar al martirio.
Porque a doña Cristina no sólo le sirve
estrangular financieramente a los colegios que se niegan a seguir los
dictados del lobby gay, a quien ella pretende contentar, sino que encima
no acepta la crítica y la envía al fiscal.
Naturalmente, no duden de que el Ministerio Fiscal hará buen uso de la sugerencia: la envía Cristina Cifuentes.
Y no esperen que en
Moncloa paren la injusticia de su correligionaria Cifuentes.
Como ya hemos informado, a pregunta de Hispanidad, doña
Soraya Sáenz de Santamaría aseguró que ella no se mete en competencias de las comunidades autónomas (salvo en la catalana, claro está). Al parecer, en materia de educación es una incompetente.
Eulogio López
Eulogio@hispanidad.com