- Los dos, Sebastián Albella y Ana María Martínez-Pina, toman posesión bajo la mirada de Guindos.
- Al primero le cuelga un sambenito: su vinculación profesional con el bufete Linklaters.
- Pero dice, en su primer discurso, que volver a la CNMV es "como una aspiración platónica hecha realidad".
- Martínez-Pina tiene alteradas a las auditoras por su papel en la Ley de Auditoría, que regula su actividad.
- Como presidenta del ICAC, tragó en la sanción a Deloitte por Bankia, que descafeinó después Guindos.
- Un culebrón que duró meses y arrojó piedras a todos, también al Banco de España y a la CNMV.
Sebastián Albella y
Ana María Martínez-Pina han tomado posesión, este miércoles, como presidente y vicepresidenta de la
Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), lo que no acaba con la polémica por esos dos nombramientos. Tiene su lógica si cruzamos las
trayectorias profesionales, por un lado, y que la CNMV, por otro, es un
organismo independiente, o no dependiente de Economía, si lo prefieren.
El ministro de Economía,
Luis de Guindos, ha estado presente en los actos -como es natural- y ha brindado su apoyo a la nueva Comisión. Y al foro se ha unido también el gobernador del Banco de España,
Luis María Linde.
Tanto Albella como Guindos se han proclamado defensores de la independencia del organismo, faltaría más. Albella ha dicho que asume el cargo para que la CNMV promueva "la limpieza y transparencia del mercado y la tutela de los intereses de los inversores". Y Guindos, por su parte, ha lanzado
flores tanto a Albella como a Martínez-Pina: "Sois complementarios y los dos tenéis un enorme afán de servicio público y de independencia".
Pero una cosa es el latido oficial y otro, soterrado, el que ha activado no pocas maledicencias sobre los dos nombramientos, ojo con
Ciudadanos por medio. Cosas de la nueva política, que han arreglado entre Guindos y
Luis Garicano (responsable económico del partido de
Albert Rivera).
Garicano se ha impuesto en el nombramiento de Albella, y Guindos en el de Martínez-Pina. En el primer caso, ha sido crucial la colaboración de
Manuel Conthe, ex presidente de la CNMV y columnista del diario
Expansión, que ya dejó claro que Albella es un "candidato inmejorable".
En el nombramiento de
Martínez-Pina, sin embargo, ha podido más Guindos, el mismo que la puso en 2012 al frente del
Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC), en plena tormenta por las irregularidades en
Bankia por su salida a bolsa.
Albella y Martínez-Pina, como ya informó
Hispanidad, fueron nombrados por el
Consejo de Ministros el pasado 18 de noviembre. Ya fue curioso que el ministro portavoz,
Íñigo Méndez de Vigo, se olvidara de mencionarlos, una casualidad que no pasó inadvertida, básicamente porque
De Guindos había propuesto a Lourdes Centeno para la presidencia del organismo, aunque las cosas se torcieron después.
Polémica con Albella
Albella, abogado del Estado, llega al cargo por su experiencia en regulación. De hecho, ocupó cargos en la
Dirección General del Tesoro, en
Política Financiera y en los
servicios jurídicos de la CNMV. Y fue, además, uno de los redactores de la
Ley del Mercado de Valores, cuando Manuel Conthe era presidente de la CNMV. En suma, vuelve al supervisor. Como ha dicho durante su discurso, el regreso a la CNMV ha sido para él "como una aspiración platónica que ahora se ha hecho realidad". Qué cosas.
Eso no le aparta de la polémica, sin embargo, con un
sambenito a cuestas: su relación profesional con el bufete
Linklaters, en el que ha sido el
principal socio responsable. Y el bufete, dicho sea también, está especializado en
mercantil y
financiero, y desde ahí ha asesorado para diversas operaciones de bancos y empresas, y ha hecho
pinza ante la propia CNMV, incluso, para conseguir el visto bueno de otras tantas (desde la salida a bolsa de
Telepizza o la ampliación del
Popular).
Eso, ya me entienden, es más o menos lo mismo que
poner al frente del regulador a la misma persona que ha asesorado a las reguladas. Paradójico. Es el motivo por el que algunos partidos se le echaron encima durante la comparecencia de Albella, esta semana, en el
Congreso (
en la imagen, junto a Martínez-Pina). Ahora bien, el nuevo presidente de la CNMV no quiso soltar prenda sobre su relación de
clientes a los que asesorado "por
confidencialidad". Cosas del oficio.
Suspicacias con Martínez-Pina
En el caso de
Ana María Martínez-Pina, la polémica la provoca otra cuestión que también choca con la independencia, básica en un organismo como la CNMV.
De hecho, Martínez-Pina ha sido uno de los cargos asociados a Guindos. Fue el mismo ministro el que la elevó, en 2012, a la presidencia del
Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas, y es desde ese organismo, dependiente de Economía, desde el que ha chocado, no sólo con el Banco de España, sino también con las cuatro grandes auditoras
Ernst & Young (EY),
PwC,
KPMG y
Deloitte, conocidas como
big four. ¿Motivos?: su papel en la nueva
Ley de Auditoría de Guindos, norma que ha puesto en guardia a todo el sector y que ha entrado vigor este año, en junio.
Llovía sobre mojado a tenor de lo que había ocurrido, meses antes, en Bankia, auditada por Deloitte, que en tal función no detectó (2011) el desfase patrimonial del 3.000 en la entidad madrileña.
El
escándalo tocó a muchos, aunque fue especialmente llamativo el pulso entre Economía y el ICAC, dependiente de Guindos. Finalmente,
Deloitte tuvo que pagar una multa de 12 millones (irrisoria) por
"infracciones graves" en Bankia, pero sólo después de que Guindos
obligara al ICAC a rebajarla sustancialmente.
Y es que la
metedura de pata de
Deloitte empezaba a pesar demasiado en otras cuestiones que podían afectar también a la reputación de un sector, el financiero, en plena
reconversión, y que estaba dando demasiado
trabajo a Guindos.
Estaba en juego, además, la credibilidad de los inspectores del
Banco de España, a los que había puesto en evidencia el ICAC presidido por Martínez-Pina, aunque la orden de investigar a Deloitte partió de la
CNMV.
Y a ese embrollo se sumó también el Ministerio de Economía dirigido por Guindos: tardó 22 meses en rechazar el recurso de Deloitte en contra de la multa del ICAC, posteriormente rebajada, cuando el plazo medio en ese tipo de requerimientos, es tres meses.
Rafael Esparza