La noticia es que el Banco Central Europeo (BCE) ha decidido ampliar el dinero dedicado, principalmente, a comprar deuda pública, en otros 500.000 millones de euros, a sumar a los ya concedidos.

Calendario de océano de liquidez de Christine Lagarde: en marzo, para todo 2020, lanza 750.000 millones de euros, un 70% del PIN español a Eurolandia, a precio tirado (por ejemplo, España acaba de emitir deuda a 10 años a tipos negativos) con la correspondiente derivada de mayor liquidez para la banca… que no tiene a quien prestárselo. Luego subió esa cantidad hasta más de 1,3 billones y ahora suma medio billón (continental no anglosajón, es decir, un millón de millones) hasta un total de 1,85 billones de euros. Para entendernos, casi un tercio más de todo el PIB español).

Es el asfixiante océano de liquidez. Y encima, Christine Lagarde aumenta el plazo para la irresponsabilidad política hasta marzo del 2022

El primer destinatario de ello es la irresponsabilidad de los políticos. Sí, han oído bien, con la excusa del coronavirus, el BCE compra deuda de los países miembros de Eurolandia, con una alegría que el mercado privado no le permitiría ni de lejos. Naturalmente no es una donación, es deuda, que pagamos todos los ciudadanos con nuestros impuestos. Y así, es muy probable que, con estas cifras siderales, nuestros hijos también tengan que achicar deuda.

Y sobre todo, con este dinero fácil se alimenta a políticos irresponsables, que gobiernan emitiendo deuda… y ya la pagará el siguiente.

Volvamos al patrón oro

Además, se corre el riesgo de que el dinero suba -de hecho no puede seguir en tipos negativos porque sencillamente es un absurdo- y entonces la deuda, para países como España, sencillamente resulte impagable. Está claro que el mundo tiene que volver al patrón-oro o a cualquier otro patrón de referencia. La economía consiste en fabricar bienes y servicios, no en fabricar dinero.

Y cuidado: los mercados tampoco han reaccionado a la medias de Lagarde. Y es lógico, a fin de cuentas, se trata de un ataque contra la propiedad privada y un enaltecimiento del Estado. Además, el ahorro ya no vale nada, ahora cuesta.