La decisión de la Junta de Andalucía de designar a la bailaora y coreógrafa Úrsula López como nueva directora artística del Ballet Flamenco de Andalucía -un puesto retribuido con 57.585 euros brutos anuales.-, descartando al maestro Antonio Canales, que empató con ella, y a otros bailaores gitanos, como Antonio El Pipa, ha provocado todo un terremoto entre los flamencos, que podría llegar a los tribunales. 

Antonio Canales confirmó a El Mundo que ha presentado un recurso de alzada ante la Administración andaluza porque el proceso de selección está plagado de «supuestas irregularidades». «Aquí no ha habido manos limpias», aseguró. Su intención es «llegar hasta el final» para que toda la verdad se conozca. «Que todo el mundo sepa que no se puede jugar con el flamenco y menos con un maestro como yo, merezco un respeto, soy Premio Nacional».

El productor flamenco Ricardo Pachón, que era el presidente del comité de selección, por su cargo como director en el Instituto Flamenco de Andalucía, denunció a El Mundo que Canales fue excluido porque hay un «lobby antigitano» que presionó para que no fuera elegido como director del Ballet Flamenco.

«Esto huele de lejos a racismo porque echar a dos gitanos», como Canales y el bailaor de Jerez Antonio El Pipa es «inaceptable», afirmó Pachón, que considera que se favoreció a «una protegida» de la Agencia de Instituciones Culturales, como Úrsula López, que ya formaba parte del Ballet. Úrsula López y Canales quedaron empatados con 9,25 puntos cada uno. Pachón se queja de que no le dejaron ejercer su voto de calidad, que habría deshecho el empate a favor de Canales. La Junta replica que eso no aparece en el acta final. Al puesto se presentó también el bailaor Rafael Amargo y Farruquito formaba parte del comité de selección.

Por su parte, la Junta lo niega todo, alega que las denuncias de racismo son «absurdas» y que sólo persiguen «manchar un proceso que no tiene ninguna mancha» y que se hizo de acuerdo a las bases de la convocatoria.

El de Canales es un argumento muy repetido. Si no me dan lo que anhelo es por motivos espurios: racismo, machismo, etc.  Todo menos aceptar que uno ha perdido porque el ganador también merecía el premio.