La violencia va a más en el mundo. En Occidente y en Oriente. Además, se trata de una violencia que surge en sociedades bien distintas y sobre las que nadie tiene muy claro el motivo: Chile, Colombia, India, Francia, China, Irak, Argelia…

Es la III Guerra mundial pero por trozos, como dijo el papa Francisco. Y alguien ya ha encontrado un porqué: son las clases medias, a quien el Estado ha empujado fuera del sistema. ¿Qué tendrán que ver las clases medias del Lejano Oriente con las de Hispanoamérica, países mucho más civilizados, o con las de Francia o el Magreb? 

¿Cómo va a excluir el sistema a las clases medias si las clases bajas no existen en Occidente y las clases altas están huidas? Además, las clases medias no pueden rebelarse contra el sistema porque son el sistema, son, de hecho, las que soportan todo el sistema.

Guerra mundial por etapas. No son clases medias, es desesperación, es nihilismo. De la mayoría… porque la mayoría se llama clase media

No hombre no, la razón de la violencia creciente en el mundo es la desesperación del hombre del siglo XXI. Es puro nihilismo. El problema del hombre de 2019, y del hombre ante el 2020, es la desesperación, la falta de una razón por la que vivir.

Y se trata de una desesperación puñetera. Su origen está en la blasfemia contra el Espíritu Santo. Ya saben llamar Dios al demonio y demonio a Dios. O dicho más claro: llamar mal al bien y bien al mal, verdad a la mentira y mentira a la verdad, feo a lo bello y bello a lo feo.

Esa confusión, más bien inversión, de valores, que ya no se conforma con negar la verdad sino que entroniza la mentira, es la blasfemia, no ya contra el Espíritu Santo sino contra la razón, que enloquece al hombre contemporáneo. La misma blasfemia que dispara la violencia en todo el planeta y que esconde sus razones últimas.

No es corrupción porque la corrupción es consustancial al poder. Ha existido siempre y siempre existirá

¿La solución? Como decía Chesterton: “llegará un momento en que tengamos que demostrar que la hierba es verde”. Ese momento ha llegado. Hay que restaurar en sus tronos al bien, la verdad y la belleza. Al grito de las cosas son lo que son y ya es hora de que la fiera de la subjetividad -que produce mareo- vuelva a ser enjaulada, y la otra fiera, la Bestia que ha blasfemado contra el espíritu -contra el espíritu divino y contra el humano- sea aherrojada.

Es el reto para 2020, un reto de enjundia.