Cuatro años ha tardado el director vasco Iñaki Arteta en terminar este documental, tras la negativa de muchísimas personas a intervenir en él, entre otras unos pocos etarras arrepentidos que ahora no quieren dar la cara.

Porque, nueve años después del cese de actividad de ETA, el director vasco Iñaki Arteta ha querido conocer si la vida y la percepción sobre la banda terrorista ha cambiado en Euskadi. Para ello, ha optado por un documental donde entrevista a personas del entorno de la izquierda  abertzale: desde sus ideólogos a ex miembros de ETA, todas ellas realizadas por el joven periodista Felipe Larach, que demuestra ser un profesional valiente, pausado y que busca  la verdad. El resultado es demoledor: la izquierda abertzale sigue excluyendo e impidiendo la libertad de expresión de los que no piensan como ellos y en Euskadi, tras una apariencia de normalidad, sigue imperando la ley del silencio.

Los testimonios que recoge este impresionante documental muestran a representantes de todos los sectores de la vida pública vasca: profesionales de la educación, de la política, de la Iglesia, ciudadanos de a pie, victimas actuales de la falta de libertad, antiguos  miembros de ETA reincorporados a las vida normal etc…Quizás éste sea uno de los capítulos que más asombra: cómo esos antiguos miembros de ETA, esquivos en algunas preguntas, no se arrepienten de su pasado y han sido reintegrados en la sociedad vasca con total normalidad y nadie, según manifiestan, les ha echado en cara nada de su pasado. Ellos siguen manejando términos como represión del Estado para justificar la violencia homicida y negando el exilio obligado de vascos y navarros, durante los años de plomo, a otras zonas de España para evitar la extorsión.

Todas las entrevistas, sin rotular los nombres, son interesantes, pero quizás preocupe la del chaval al que le dieron la paliza en el recinto de la Universidad Pública del País Vasco por declararse constitucionalista y querer poner en marcha un movimiento que pedía el borrado de las pintadas abertzales dentro del recinto, algo que la rectora consideró un mero incidente, a pesar de que le partieron la nariz y de que deba llevar escolta desde entonces. La misma rectora de la UPV que, meses más tarde, dio cancha a un antiguo miembro de ETA con delitos de sangre, aduciendo libertad de expresión. O el sacerdote de Lemona, que equipara a víctimas con verdugos…y cuya franqueza en sus declaraciones donde justifica la violencia y afirma que “hay que respetar a una persona que no se arrepiente” ha sido respaldada por cien sacerdotes de la Iglesia Vasca. Nada que ver con lo que manifestaba el santo Juan Pablo II hace 18 años: “No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón, no hay perdón sin arrepentimiento”.

Iñaki Arteta ha hecho un documental imprescindible que “pone los pelos de punta”. Merece la pena que pidan que los cines de su ciudad lo exhiban porque como dice la hija de un asesinado: “el que no se arrepiente no cambia”. Si el documental de Arteta no encuentra cauces para exhibirse (y está teniendo muchas dificultades) el mal triunfará sobre el bien, de nuevo.

Para: los que quieren conocer un documental que refleja la verdad