José Luis Omella, arzobispo de Barcelona y nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) se ha unido a la jornada de consagración de España y Portugal a María, próximo día 25, en una ceremonia que tendrá lugar en Fátima (¿dónde mejor) y donde el rezo del Santo Rosario será el eje de la consagración.

Y entonces, a la Consagración se ha sumado Omella y los obispos españoles. Es el 25 de marzo es la la fiesta de la Anunciación.

Fátima Omella

Me parece una gran idea. Quien no sabe ver las causas espirituales del coronavirus ni sus consecuencias del mismo signo, no entenderá nada sobre la pandemia. En cualquier caso, la iniciativa del obispo luso y el ensanche de Omella me parece estupendo. Pasado mañana, es el Fiesta de La Anunciación y fiesta de la Vida, del niño por nacer, nueve meses antes de la Navidad.

Pero, sobre todo, el personaje de nuestra época es Santa María, la madre, y la oración del momento presente, sin duda, el Santo Rosario. Esa reiteración de letanías que sólo las almas enamoradas saben valorar.

Estamos en guerra pero no contra el coronavirus, que sólo representa una de las batallas en la guerra que ya se libra. Estamos en la Gran Tribulación, en una etapa -repito las palabras del Papa Francisco- que “no es la etapa final pero sí el final de una etapa”. Y es el momento de María, nuestro último refugio y nuestra gran esperanza.

Es el momento de la madre, es el momento del rosario que antes que en recitar avemarías consiste en meditar los misterios. Bueno, ambas cosas.