Quien asegure que Iván Redondo es el cerebro de La Moncloa tiene razón. Algún maliciosos, yo mismo, han señalado que es, además, el único cerebro de Moncloa.

Ahora bien, se equivoca quien piense que Iván Redondo es un inmoral. No, es algo, en mi opinión peor, pero que suena mejor: Iván es un amoral. Es uno de esos personajes digitales, de la generación digital, biotipo de nuestro tiempo. Una figura novedosa pero cada día más habitual. Su primer mandamiento se resume así: las personas, y las acciones, no son ni buenas ni malas: son posibles o imposibles. Por eso, cualquier cuestión moral no les resulta inconsecuente les resulta cansina.

Y reconozcámoslo: Redondo está triunfando. Otra cosa es que su éxito resulte nuestra desgracia.