La degeneración de la Comisión Europea, tiene su ejemplo en la degeneración personal de la alemana Ursula Von der Leyen, presidente de la Comisión Europea.

Por el contrario, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, no atraviesa ningún proceso degenerativo: hace años que alcanzó esa meta.

Iba a ser un Consejo Europeo sobre inmigración y coronavirus pero ha sido el Consejo Europeo sobre Hungría. Calentado por Von der Leyen y por la carta firmada por 17 países de la Unión para doblarle el pulso a Víctor Orban, el jefe de Gobierno húngaro al que, por su conciencia cristiana, la cristiana Europa ha señalado la puerta de salida, por atreverse a defender el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones y por impedir, no que en las escuelas húngaras se hable de homosexualidad, sino de que en las escuelas húngaras se promocione la homosexualidad entre los menores, que es muy distinto.

Vergonzosa persecución en Bruselas contra Hungría, en la que ha participado el Gobierno Sánchez

Para el legislador húngaro, el niño está indefenso ante quien le dice que si han nacido niños o niñas no importa, que lo importante es lo que ellos decidan. Para un cristiano, esto no se opone a la ley natural, se opone a la naturaleza.

De hecho era una ley contra la pedofilia y Orban ha llegado a Bruselas sometido a la máxima presión de la Europa progre, pero se ha expresado con la máxima claridad: la ley defiende a padres y a niños, no ataca a los homosexuales.

Conste que esto no tiene nada que ver con la convocatoria del Consejo Europeo, que tenía por objeto la inmigración y el coronavirus.

Pero claro: esos son dos temas donde hay que aportar dinero y esfuerzo. Es mejor no menearlos en exceso. Mejor dedicarse a llamar fascistas a los húngaros.

En Europa quedan dos países cristianos: Polonia y Hungría. Son los dos a los que persigue Bruselas.