Twitter presentó el miércoles unas pérdidas de 403 millones de dólares en los nueve primeros meses del año. Es cierto que son menos pérdidas que las del año anterior (1.357 millones), pero también lo es que al mercado no le ha gustado nada y la compañía está cayendo más de un 10% en Bolsa. Un desplome en toda regla que se amplía hasta más del 15% durante los últimos cinco días.

Lo cierto es que la empresa que dirige Jack Dorsey aumentó los ingresos un 44%, hasta los 3.510 millones de dólares y el número de usuarios, hasta los 211 millones.

La clave estuvo en la demanda colectiva que un grupo de inversores interpuso contra la red social en 2015 por haberles engañado sobre la participación de usuarios, según ellos. Twitter no reconoció los hechos, pero miren por dónde, en septiembre de este año acordó el pago de unos 810 millones de dólares para zanjar el asunto.

Además de censurar a todo el que se oponga al pensamiento único progre -recuerden que Twitter cerró la cuenta de Trump mientras mantiene abierta la del portavoz de los talibanes-, la compañía ha resultados ser un pelín tramposa. Dorsey, repite conmigo: no se debe engañar a los inversores.