Los motivos son distintos, pero el resultado es el mismo: no cotizar en bolsa. Ibercaja, Abanca y Kutxabank se mantienen firmes a pesar de los mensajes que les llegan desde Fránkfort. Efectivamente, el BCE quiere que todos los bancos coticen, pero no pueden obligar a aquellas entidades que funcionan bien y no dan problemas.

Por ejemplo, Ibercaja, cuyo accionariado, según el informe de gobierno corporativo remitido esta semana a la CNMV, se reparte entre la Fundación Bancaria Ibercaja (88,04%), la Fundación Caja de Ahorros de la Inmaculada de Aragón (4,73%), la Fundación Caja Badajoz (3,90%) y la Fundación Bancaria Caja Círculo (3,33%).

La entidad que dirige Víctor Iglesias no cosechó un buen 2020 -¿alguien lo hizo?-, ciertamente, pero tiene recursos propios sobrados y se niega a regalar el banco a la bolsa. Recuerden que en marzo de 2020 el Gobierno amplió el plazo para su debut bursátil hasta 2022, aunque con condiciones: deberá aportar cada año el 50% del dividendo percibido a un fondo de reserva.

Kutxabank, con Bilbao Bizkaia Kutxa Fundación Bancaria a la cabeza (57%) y la participación de la Fundación Bancaria Kutxa (32%) y la Fundación Bankaria Vital (11%), está más abierta a cambios estructurales, por ejemplo, en una fusión a tres con BBVA y Sabadell. No, el problema de Kutxabank es de partido: el PNV no quiere perder ‘su’ banco.

Lo de Abanca es un misterio. El banco del venezolano Juan Carlos Escotet (algo más del 77% de la entidad) es el único que crece, que quiere comprar y que de hecho ha comprado -cosas menores, pero ha comprado-. Ahora bien, tiene un problema serio: nadie se fía de él.

Al margen de estas consideraciones, lo cierto es que se está produciendo actualmente un movimiento anti-bolsa porque no merece la pena, sobre todo a las entidades pequeñas, por las obligaciones y las exigencias que conlleva. En definitiva, ninguna de las tres quiere cotizar y el BCE no puede forzarlas porque no dan problemas. De momento.