La navarra Elma Saiz, salida de la poco recomendable factoría del Partido Socialista Navarro (PSN) de doña María Chivite, tan del agrado de Pedro Sánchez, ampliará las bonificaciones de pensión a las empleadas del hogar. Me parece estupendo.

La nueva ministra de Seguridad Social, Elena Saiz continúa el desastre Escrivá. Pagar las jubilaciones con la emisión de deuda pública es algo parecido a un ama de casa que, para pagar la comida diaria, pidiera un crédito al banco: señal inequívoca de que la economía familiar está quebrada

Esto de mejorar las pensiones está muy bien. Nadie puede estar en descuerdo con que un anciano, sobre todo procedentes de las profesiones peor pagadas, como las empleadas del hogar, se encuentre con una pensión de miseria cuando se jubile.

Y no sólo los trabajadores menos cualificados sino la clase media, que también ha cotizado durante toda una vida laboral. A ser buenos, nadie debe ganarnos.

Con la esperanza de vida actual de la población española, jubilarse antes de los 70 años, es de una insolidaridad supina con nuestros hijos

El problema es: ¿de dónde sacamos el dinero? Porque claro, resulta que las pensiones no se pagan con la máquina de hacer billetes -de Eduardo Garzón- y resultaría suicida pagarlas con la deuda pública... que es justamente lo que estamos haciendo en España. Ya lo hemos dicho en Hispanidad: pagar las jubilaciones con la emisión de deuda pública es algo parecido a un ama de casa que, para pagar la comida diaria, pidiera un crédito al banco: señal inequívoca de que la economía familiar está quebrada.

Por tanto, la única forma de que continuemos pagando las pensiones consiste en retrasar, y me temo que de forma drástica, la edad de jubilación, con mucha más rapidez que en el momento presente. Pero eso no lo puede hacer un Gobierno socio-sumarista, mezcla de socialismo y comunismo, con el añadido de la cosmovisión de género, que es más más bien una cosmovisión tirando a idiota. El problema es de dónde sacamos el dinero para pagar las pensiones en una sociedad radicalmente envejecida y que se niega a tener hijos, las más de las veces -¡Ay dolor!- por comodidad, cobardía y desesperanza, las tres componentes de la generación que llega. Con la esperanza de vida actual de la población española, jubilarnos antes de los 70 años, es de una insolidaridad supina con nuestros hijos.

El problema es de dónde sacamos el dinero para pagar las pensiones en una sociedad radicalmente envejecida y que se niega a tener hijos por comodidad, cobardía y desesperanza, las tres componentes de la generación que llega

Pero olvidemos los gastos -somos así de espléndidos- y centrémonos en los ingresos de la Seguridad Social. Las cotizaciones sociales ya no abonan, ni de lejos, el 100 por 100 de las pensiones, cada día abonan menor porcentaje, y la relación entre población activa y pasiva asusta al más pintado, como también asusta el aumento de una esperanza de vida, en una sociedad donde hay personas que se han jubilado antes de los cincuenta años y viven más de noventa.

Insito: toda buena persona desea mejorar las pensiones de los pobres y de las clases medias. El problema es: ¿de dónde sacamos el dinero? Y si hablamos de ingresos: ¿acaso no sabemos que casi la mitad de una nómina no va a para al bolsillo del trabajador sino a los presupuestos de las señoras ministras Maria Jesús Montero (IRPF) y Elma Saiz (Seguridad Social)?

Esta España es una sociedad donde hay personas que se han jubilado antes de los cincuenta años y viven más de noventa. Eso no es sostenible

Pues bien, la nueva ministra de Seguridad Social, Elma Saiz, por esta demagógica senda, continúa el desastre de su predecesor, José Luis Escrivá.

Respecto a los ingresos de la Seguridad Social, la revolución pendiente en España es la que los daneses pusieron en marcha hace medio siglo: cuotas por IVA. hay que terminar con las cotizaciones sociales y pagar las pensiones mediante IVA. El IVA no es el impuesto más regresivo sino el más justo, porque a la gente no hay juzgarla por lo que gana, sino por lo que gasta. Y porque las cotizaciones sociales de Elma Saiz, siguiendo el desastre Escrivá, su ya olvidado predecesor, no dejan de subir, sobre todo las que pagan los empleadores. Con ello, lo único que se consigue es acrecentar la economía sumergida o, sencillamente, que el empleador no emplee: le resulta demasiado caro, como ayer explicaba Hispanidad.

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