Más que el hecho de poner topes a los sueldos de los directivos -lo que quiere hacer Yolanda Díaz- el debate es quién debe decidir ese sueldo. Porque establecer unas remuneraciones máximas en el sector privado, en España, sería injusto y mermaría enormemente la capacidad de las empresas españolas de retener talento. No podrían competir con el resto de compañías europeas… y mundiales.

Lo que sí es seguro es que si no quedara más remedio que poner tope a los salarios en el sector privado, no debería hacerlo, bajo ningún concepto, una institución pública, por ejemplo, el gobierno de la nación, como pretende la camarada Yolanda Díaz, a la sazón, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social.

Pero ya saben que quien centra el debate gana el debate. Por eso, en un desayuno informativo de Nueva Economía Forum celebrado el viernes 26, José Manuel Campa habló de eso, de limitar el sueldo de los directivos, y no de quién debería aprobarlos.

Por cierto, Campa no es partidario de limitarlos, tampoco los de los banqueros. Lo digo por si acaso alguien dudaba, algo razonable dado el pasado ‘zapateril’ del personaje, que fue secretario de Estado de Economía entre 2009 y 2011.

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Entonces, ¿quién debe decidir el sueldo de los directivos? Los accionistas, que para eso son los propietarios de la empresa. Y deberían decidirlo antes de que el directivo cobre, no después, por razones obvias.

Ahora bien, la empresa no es sencilla porque no existe el modelo perfecto. Por ejemplo, ¿qué sucede si la empresa ficha a un nuevo CEO antes de que se cumpla el contrato del anterior? ¿Ficharía sin conocer su remuneración?

Ni siquiera hay unanimidad sobre la estructura salarial de los directivos. La noticia saltó hace unas semanas cuando Reino Unido anunció que permitiría que el variable fuese más del doble que el fijo. Pues bien, ni siquiera en eso existe un modelo perfecto. Si el variable es muy elevado respecto al fijo, el directivo podría caer en la tentación de estar más pendiente de la cotización que del desempeño del negocio. Si, por el contrario, apenas hay diferencias entre el fijo y el variable, puede suceder lo contrario, es decir, que no se empeñe lo suficiente para alcanzar los objetivos.

Lo que está claro es que el sueldo de los directivos, banqueros incluidos, lo debe decidir los accionistas. La votación consultiva que se requiere en todas las cotizadas no es suficiente, aunque sí muy esclarecedora. Y lo que vemos cada año en las juntas de accionistas es que existe un creciente rechazo a las remuneraciones elevadas. Lástima que sea una votación consultiva y no vinculante.