Uno de los momentos más esperados en las juntas de accionistas, tras las intervenciones de los propios accionistas, es el de la votación sobre el informe de remuneraciones de los consejeros. Se trata de una votación consultiva, es cierto, pero no deja de ser un termómetro de la opinión del accionariado sobre sus dirigentes.

Pues bien, la primera conclusión a la que llegamos tras analizar las votaciones de 2020 y 2021 es que aumenta el descontento. Crece el número de accionistas bancarios que creen que los sueldos de la cúpula de su banco son excesivos y deberían reducirse. Y estamos hablando de unos porcentajes que comienzan a ser muy representativos.

Llama especialmente la atención el caso de Bankinter: el 12,7% de sus accionistas votó en contra de las remuneraciones de 2020, rechazo que un año antes solo fue del 5,2%. Y eso que Bankinter nunca se ha caracterizado por remuneraciones escandalosas: María Dolores Dancausa ganó 1,4 millones en 2021, un 7,4% menos que en 2020. Este caso tiene el agravante añadido de que el 28,5% del capital está en manos de Jaime Botín y de la familia Masaveu, y que el 12,7% de votos en contra se contabilizó sobre un quórum del 74,5%.

El descontento también está aumentando entre los accionistas del Sabadell: pasamos del 8,4% en 2020 al 10,1% en 2021. Y las expectativas no son nada halagüeñas si tenemos en cuenta que este año votarán las remuneraciones de 2021, es decir, los 9,3 millones de Josep Oliu y los 24,3 millones que cobró Jaume Guardiola cuando se marchó. Todo en el año del ERE para 1.600 empleados.

Más moderada ha sido la evolución del rechazo en el BBVA, que en la pasada junta se concretó en el 6,7% de los accionistas, frente al 6,5% del año anterior. Veremos qué sucede en 2022, cuando muestren su parecer acerca de los 7,8 millones de Carlos Torres (+5%) y los 6,8 millones de Onur Genç (+8%), mientras 2.935 empleados abandonaban la entidad.

Quedan pendientes Santander y Caixabank. Los consejeros del primero, con Ana Botín a la cabeza, comprobaron hace un año que el 6% de los accionistas rechazaban sus remuneraciones. En Caixabank el rechazo fue del 6,8%.