Sin duda, el punto más controvertido de la Junta Extraordinaria de Unicaja, celebrada este martes, fue el aumento de la retribución de los consejeros, en un contexto en el que las relaciones laborales no pasan, precisamente, por su mejor momento.

“No sé si procede la subida de sueldo a los consejeros cuando hay un problema de personal. Hace falta un poco de tacto porque los trabajadores son los que producen”, afirmó un accionista durante el turno de intervenciones, recogido por El Economista.

Entre otras modificaciones, la nueva política de remuneraciones fija en 1,9 millones de euros el importe máximo de la remuneración anual del conjunto de los consejeros, sin considerar la remuneración por funciones ejecutivas en el caso de los consejeros ejecutivos.

Como es lógico, los sindicatos también se hicieron escuchar y se dirigieron al recién ratificado CEO, Isidro Rubiales: “Es necesario mejorar el clima laboral”, le reclamó el representante de CCOO. “Hay que eliminar la brecha salarial interna y converger hacia un modelo retributivo único, justo y transparente”, señaló.

El presidente de la entidad, por su parte, justificó la subida de las remuneraciones de los consejeros durante el trienio 2024-2026 y aseguró que “la retribución máxima continúa estando en el rango más bajo de las entidades comparables”, afirmó. Según los sindicatos, la subida de la remuneración es del 63%, según Azuaga, del 10%. Sea como fuere, ¿de verdad era el momento adecuado, coincidiendo con la ratificación del nuevo CEO, para aprobar la nueva política de retribuciones del Consejo?

Además de Rubiales, la Junta ratificó los nombramientos de los independientes Nuria Aliño, Antonio Carrascosa, Rocío Fernández e Inés Guzmán. También aprobó mantener temporalmente la vacante existente hasta que sea cubierta por un nuevo consejero independiente cuyo proceso de selección ya está en marcha.