El precio del petróleo no ha escapado del coronavirus y acumula un desplome cercano al 50% en lo que va de año, situándose en torno a los 34 dólares el barril de Brent. Este golpe se suma a la ruptura del pacto entre la OPEP y sus aliados, dando lugar a un pulso entre Arabia Saudí y Rusia. Pero en el contexto energético que se avecina en España, sin carbón y sin nucleares -algo que los expertos no ven acertado-, no todo son molinos y placas solares: el hidrógeno podría tener más desarrollo y volverse más verde.  

De hecho, podría ser el nuevo petróleo. Así lo apunta Thierry Lepercq, en su libro titulado Hidrógeno: el nuevo petróleo, porque lo considera una “energía abundante”, “el arma decisiva en la lucha contra el cambio climático” y un “salto hacia un nuevo orden energético”, afirmó en la presentación a finales de enero. “En el mundo de la energía hay que buscar nuevas ideas y ser capaces de innovar y transgredir”, destacó Antonio Llardén, presidente de Enagás, y añadió que “el hidrógeno verde puede ser uno de los vectores fundamentales en el proceso de descarbonización”.

El hidrógeno verde puede ser uno de los vectores fundamentales en el proceso de descarbonización, según Antonio Llardén, presidente de Enagás

Como refiere Lepercq, en su libro, el hidrógeno se encuentra en abundancia en la naturaleza asociado al oxígeno (por ejemplo, en el agua) y en menor medida, al carbono (por ejemplo, en el metano). Para producirse a partir del agua se usa la electrólisis, pero también se puede sacar de los combustibles fósiles mediante el reformado con vapor de hidrocarburos (sobre todo, gas natural) que también produce dióxido de carbono. Son procesos que requieren de una gran cantidad de energía.

El hidrógeno (llamado hidrógeno gris) que se usa actualmente proviene, en un 95%, de combustibles fósiles, gas natural y carbón, y es responsable de un 1% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Este tiene versión gaseosa y líquida, y puede transformarse en electricidad a través del uso de turbinas o por oxidación en pilas de combustible, lo que abre, de nuevo, su aplicación a la movilidad. De hecho, Hyundai fue el primer fabricante en producir vehículos de pila de combustible de hidrógeno (lanzó en 2013, el ix35 y el año pasado, el Nexo) y también Toyota apuesta por esta tecnología en su modelo Mirai (el cual llegó a España a finales de 2019).

El hidrógeno se puede aplicar a la movilidad: Hyundai y Toyota ya tienen vehículos de pila de combustible de hidrógeno en el mercado 

Sin embargo, en este tiempo de obsesión por luchar contra el cambio climático, se ha empezado a hablar del hidrógeno verde, que utiliza para su producción energía solar o energía eólica. Por tanto, si llega a buen puerto, ya no se le atribuiría el 1% de las emisiones y contribuiría al nuevo modelo energético descarbonizado. Esta semana, Iberdrola ha anunciado que invertirá 150 millones de euros en un gran proyecto de producción de hidrógeno a partir de fotovoltaica, adosada a un complejo sistema de electrólisis y baterías. Pero no es la primera empresa a la que se le ocurre esto.

En Repsol, también comprometida con la transición energética, han visto que “para producir combustible limpio necesitas grandes cantidades de hidrógeno y los procesos actuales para ello tienen unas emisiones importantes”, señaló Adriana Orejas, directora de proyectos de tecnología para downstream de la energética, a Innovadores (uno de los suplementos de La Razón). Y esa huella de carbono se reduce usando “renovables”, en este caso, se basa en la solar, dando lugar a una tecnología propia. Pero la compañía no esta sola: se alió con Enagás, reflejando su mutuo compromiso por la innovación y la reducción de las emisiones.

Son proyectos que aún están en los inicios, aunque puedan verse como una de las opciones de futuro. También se debe tener en cuenta dos circunstancias, principalmente: que haya excedentes de energía eléctrica producida por renovables, a coste cero, para poderlos dedicar a producir hidrógeno y no al suministro eléctrico; y que el proceso de producción (la electrólisis) sea económicamente viable. Por tanto, aún queda camino por recorrer.