A España le cuesta valorar todo lo bueno que tiene, pese a que todo ello sí recibe gran aprecio fuera de nuestras fronteras, y es que dentro se nos da mejor ser una España cainita y la política no aporta gran cosa para que cambien las tornas. Por ejemplo, nuestro país no valora su ingeniería ni su industria, como se puede ver en que la nuclear tiene un gran prestigio en el exterior, pero Teresa Ribera sigue pasando de esta energía barata y que no emite CO2; el Gobierno ha autorizado que Florentino Pérez venda Cobra; y la crisis de la industria del automóvil se agrava sin que desde Moncloa se pongan los remedios necesarios para mejorar la situación.

Vayamos por partes. Lo primero es remontarnos a los años 50 del siglo XX y al Banco Urquijo (banco privado creado en 1870 en Madrid, que se fusionó en 1984 con Bankunión y después la familia March entró como mayoritario, pero lo vendió en 1998 al grupo belga KBC Group y en 2006 fue adquirido por Banco Sabadell). En concreto, el Servicio de Estudios del Banco Urquijo, con el fin de apoyar e impulsar el desarrollo de nuevas actividades industriales, propuso que se estudiara el uso de la energía nuclear para producir electricidad en España y la idea se materializó en la creación de la ingeniería Tecnatom en 1957. Tras un proyecto preliminar de central nuclear para Unión Eléctrica Madrileña (que más tarde se fusionó dando lugar a Unión Fenosa, que después compró Gas Natural y actualmente es Naturgy), esta pidió al Gobierno construir una central en Almonacid de Zorita (Guadalajara), que se denominó José Cabrera y tuvo una potencia de 160 megavatios, estuvo en operación entre 1969 y 2006, cuando cesó su actividad.

La estadounidense Westinghouse Electric Company se ha hecho con el 50% de Tecnatom, tras comprar las participaciones de Iberdrola y de Naturgy, convirtiéndose en su copropietaria y cogestora junto a Endesa a través de una ‘joint venture’

simulador sala de control de una central nuclear

 

Desde su creación, Tecnatom presta servicios en el sector nuclear, por eso en su accionariado estaban las siete eléctricas que participaban en el Programa Nuclear español. Tras años en los que dentro del sector eléctrico se han dado fusiones y compras, y ahora con un calendario progresivo de cierre de los siete reactores que quedan operativos para 2027-2035 encima de la mesa, el pasado octubre, hubo una novedad en el accionariado de la ingeniería: la estadounidense Westinghouse Electric Company se hizo con el 50%, tras comprar las participaciones de Iberdrola y de Naturgy, convirtiéndose en su copropietaria y cogestora junto a Endesa a través de una joint venture. Además, de servicios al sector nuclear, adiestramiento de operadores y la ingeniería, en la última década Tecnatom se ha diversificado y ha entrado en otros sectores industriales (aeronáutico, ferroviario, petroquímico, etc.).

Esta ingeniería forma a los operadores nucleares españoles y también de otros países que trabajan en la sala de control, un puesto cuya formación requiere una inmersión total. Tras un severo proceso de selección (“normalmente de titulados medios; técnicos; graduados en ingeniería mecánica, eléctrica o química”, explica Manuel Fernández Ordóñez, director de Comunicación, ante una visita de un grupo de periodistas), los candidatos seleccionados se incorporan a la plantilla de la ingeniería. Allí inician su formación que dura unos tres años, donde se combinan clases teóricas y prácticas en un simulador que es una réplica exacta de la sala de control de la central en la que trabajará, con exámenes semanales en los que el aprobado es un 8 sobre 10 (o sea, que la exigencia es muy alta, no como la que habrá en la educación secundaria y el bachillerato con ‘ley Celaá’). Y tras esto, aún queda el examen de licencia que realiza el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), con una parte teórica, otra en el simulador y otra en la propia central; y en caso de no obtenerla, se da un reciclaje para otras funciones en la planta.

“Ante cualquier eventualidad o accidente nuclear hay tiempo para el diagnóstico y nadie hace nada sin leer los manuales, porque todo está procedimentado para evitar errores humanos e interpretaciones, por lo que siguen cada paso, sin saltarse ninguno” y hay muchas más elementos que dan gran seguridad

Se considera que se necesitan 40 personas con licencia por reactor. En cada turno de la sala de control trabajan cuatro operadores (uno opera la parte nuclear, otro la turbina, un supervisor y un jefe de turno). “Ante cualquier eventualidad o accidente nuclear hay tiempo para el diagnóstico y nadie hace nada sin leer los manuales, porque todo está procedimentado para evitar errores humanos e interpretaciones, por lo que siguen cada paso, sin saltarse ninguno”, afirma Fernández Ordoñez. Pero hay muchas más elementos que dan seguridad: hay una sala de control de emergencia en otro edificio, que puede llevar a la planta a parada segura en cuestión de segundos; y hay botones críticos que están protegidos por otros botones permisivos (obligan a pulsar varios botones, uno antes y otro seguidamente para ejecutar una acción, y otros exigen levantar una tapa), todo para evitar que se pulsen por error.

En Alcobendas, Tecnatom tiene el simulador de Trillo y antes también contaba con el de Almaraz, pero ahora hace meses lo trasladó a Cáceres, al igual que ha ocurrido con los de las centrales de Cofrentes (Valencia) y Tarragona (Ascó y Vandellós) que se han instalado cerca de estas. En las últimas remesas de candidatos a operadores, “las mujeres rondan el 50% por el aumento de su acceso a carreras técnicas y suelen ser recién licenciados de 22-23 años”, señala Fernández Ordóñez. Además de la formación inicial, todos los trabajadores reciben un número de horas de “re-entrenamiento” (más de 40 horas) todos los años. 

¡Oh capitán, mi capitán! se ha desprendido de la mayor parte de su división industrial y ha acordado con Vinci crear una empresa conjunta a la que se aportarán, a precio de mercado y cuando estén conectados a la red y listos para producir, todos los activos renovables que desarrolle la división industrial

Paralelamente, Florentino Pérez, presidente de ACS y del Real Madrid, ha obtenido la autorización del Gobierno para vender Cobra al grupo industrial francés Vinci por unos 4.900 millones de euros. Este permiso se esperaba y más después de que el mes pasado, diera su bueno la Comisión Europea al considerar que no planteaba riesgos para el espacio económico europeo. De esta forma, ¡Oh capitán, mi capitán! se ha desprendido de la mayor parte de su división industrial y por tanto, de su know-how, y ha acordado con Vinci crear una empresa conjunta a la que se aportarán, a precio de mercado y cuando estén conectados a la red y listos para producir, todos los activos renovables que desarrolle la división industrial, como mínimo, durante ocho años y medio. Los franceses de Vinci controlarán el 51% de esta nueva sociedad y ACS, el 49% restante.

Y por último, el sector de la automoción representa el 11% del PIB español y la crisis que surgió con el Covid, se agrava por la escasez de semiconductores, la caída de la demanda y también la incertidumbre: las ventas no remontan (-33%) y hay fuertes caídas de la producción y la exportación. Sin embargo, el Gobierno parece mirar para otro lado, pues en los Presupuestos de 2022 se han vetado las enmiendas que tenían algunas de las reclamaciones del sector y encima subirá el impuesto de matriculación el próximo 1 de enero.