Con una buena información, El Economista nos cuenta que el fondo Cinven le ha vendido a la multinacional alemana EWGroup, por 900 millones de euros, el líder español de frutos rojos. No sé si lo cogen: una empresa española triunfa en España, el emprendedor, de inmediato, le da el pase a un fondo que, a su vez, le da el paso a otro fondo o se lo entrega a una multinacional, como la compañía alemana de alimentación EwGroup.

Y no me diga que Planasa fue fundada por un francés. Las empresas son como las canteras de los equipos de fútbol. Yo apuesto por la cantera y no por los fichajes, pero los hermanos Willians, negros como el lignito, inmigrantes africanos, forman parte de la cantera del Athletic, la mejor de España, y son tan cantera del Athletic como lo puede ser Iker Muniaín. Quiero decir que una empresa no es de donde nace sino de donde pace. Planasa, aunque fundada por la familia francesa Darbonne, era una empresa nacida en Pamplona, gracias a la financiación de la Caja de Ahorros de Navarra. O sea, una compañía más española que los toros.

¿Y es importante que las empresas españolas sigan siendo españolas, su público sea español y su consejo de Administración se reúna en España? Para los mercantilistas -he dicho mercantilistas, no liberales- la nacionalidad no tiene ninguna importancia. Pero claro, cuando vienen mal dadas, la costumbre es no cerrar capacidad ni despedir empleados en el propio territorio. Cuando las cosas van mal las empresas cierran primero fuera, luego dentro. 

En cualquier caso, molesta esa obsesión del emprendedor por vender. ¿Por qué no continuar con tu negocio si funciona bien? Una empresa cumple un bien social, la liquidez sólo sirve para gastarla y desilusiona enseguida.

Luego nos preguntaremos por qué España está siempre en permanente proceso de re-industrialización.