No descubrimos nada si decimos que el Banco Central Europeo (BCE) quiere bancos grandes, muy grandes, enormes. Las entidades pequeñas tienen los días contados. ¿Y las medianas? También. La estrategia del supervisor es clara: exige más rentabilidad a las entidades al tiempo que mantiene los tipos de interés en negativo y, cuando los bancos comienzan a aumentar su negocio vía crédito al consumo, les llama la atención para que echen el freno. En otras palabras, el BCE solo quiere bancos grandes -burro grande, ande o no ande- y no parará hasta lograr que todos lo sean.

Es entonces cuando llega la advertencia: “Muchas entidades no cubren el coste de capital. Esta situación es insostenible a largo plazo”, señaló el miércoles Ramón Quintana, director general del Mecanismo Único de Supervisión (MUS) del BCE. ¿Comprenden? Te voy estrangulando hasta que tu única salida sea la consolidación, porque no hay que olvidar que “la decisión de realizar una fusión es una decisión empresarial”, explicó Quintana.

El BCE solo quiere bancos grandes -burro grande, ande o no ande- y no parará hasta lograr que todos lo sean

Y luego llega el remate: “Los supervisores debemos analizar la sostenibilidad de la integración y, eventualmente, imponer condiciones. Pero consideramos que aún hay margen para más consolidación”, señaló. Hablamos de fusiones, tanto nacionales como transfronterizas. El caso es lograr un sector europeo con muy pocos actores y muy grandes. Por supuesto, todo esto debe ir acompañado de más ajuste de oficinas y plantilla.

La batalla del Gobierno es otra: la aplicación en España de la tasa Tobin aunque, estrictamente, lo anunciado poco tiene que ver con la idea original de Mr. James Tobin, que proponía gravar el mercado de divisas, el más especulativo de todos. Y es que, al final, el Ejecutivo socialista de Sánchez ha tirado por el camino fácil y propone aplicar una tasa del 0,2% a la compra de acciones de empresas cotizadas cuya capitalización bursátil supere mil millones de euros. Es el modelo francés, pero menos ambicioso: allí la tasa es del 0,3%. En cualquier caso, se queda fuera la compra de deuda, tanto pública como privada (sufriría el propio Gobierno), y los derivados.

La tasa Tobin del Gobierno Sánchez puede ahuyentar a los banos que están pensando venir a España tras el Brexit

Da igual. La medida no ha gustado nada a los fondos de inversión. Y es que, según Ángel Martínez-Aldama, presidente de la patronal Inverco, su aplicación reduciría en un 6% la rentabilidad para los partícipes de planes de pensiones durante los próximos 25 años.

Sea como fuere, está claro que la recaudación de esta tasa Tobin será reducida y, sin embargo, su efecto negativo puede ser grande si ahuyenta a las entidades afectadas por el Brexit y que podrían establecerse en España. Efectivamente, no es el mejor momento para gravar las transacciones financieras y tal vez nunca lo sea. En su lugar, ¿no sería mejor, como dice el profesor Pablo A. Hernández en un artículo publicado el jueves en Cinco Días, comenzar con la eliminación de la exención en el IVA de la que disfruta el sector financiero?