La banca ya no es lo que era, ni para los empleados del sector ni, sobre todo, para los clientes, que tienen que adaptarse, en muchos casos de manera forzosa, a los cambios realizados por las entidades. Y el coronavirus, lejos de ralentizar el proceso, lo ha acelerado.

Por lo general, el servicio bancario es hoy peor que el de hace quince años, antes de que estallara la crisis de 2008. Para empezar, si en ese año había en España unos 278.300 empleados bancarios y algo más de 45.600 sucursales, actualmente hay unos 175.800 trabajadores (-36%) y unas 23.700 oficinas (-48%). Y claro, a menos personal, peor servicio, por mucha digitalización que haya.

Porque esa es otra: la digitalización continúa siendo incomprensible para una parte importante de la clientela que en muchos casos es, además, la que tiene más dinero depositado por llevar más años ahorrando. Y lo peor: si un cliente intenta salirse de la norma, es decir, si intenta operar de manera presencial, incluso con dinero en metálico, le ponen mil trabas -con horarios de caja imposibles, por ejemplo- o, directamente le disuaden diciéndole lo peligroso que es llevar dinero encima.

Por cierto, como los bancos se ven obligados a sacar dinero de donde sea, algunos cobran comisiones por transferir telemáticamente dinero de una cuenta a otra, del mismo titular y del mismo banco. ¿No habíamos quedado que la digitalización era más barata, o es que sólo lo es para la entidad?

Estamos ante la banca 25x3 o, mejor, la banca 25x25+40. Esto es, 25 años para formarte, 25 para trabajar y, a partir de los 50, a casa para disfrutar de unos 40 años como jubilado.

No es una exageración. El Santander va a prejubilar a partir de los 50 a pesar de las recomendaciones contrarias del Gobierno y el Sabadell prácticamente ha cubierto su plan de ajuste (1.800 empleados) al recibir 1.400 adhesiones en sólo 24 horas. Los trabajadores bancarios se quieren jubilar cuanto antes.