Este contexto de crisis mundial del automóvil también se hace patente en Volvo Cars, a pesar de que ha pegado un acelerón en bolsa (+38%)... al superar las expectativas del consenso de analistas. Eso sí, ha ingresado menos y ha registrado pérdidas.

El fabricante automovilístico sueco, controlado por el grupo chino Geely, ha logrado algunas alegrías en las cifras del tercer trimestre y un menor impacto de los aranceles, tras el acuerdo alcanzado entre la Unión Europea y EEUU, que los suavizó del 27,5% al 15%. Sin embargo, no ha evitado el freno en sus números en los nueve primeros meses.

En concreto, entre julio y septiembre, Volvo Cars ha ingresado 7.905 millones de euros, un 7% menos, tras reducir sus ventas un 7%, a 160.514 unidades. Eso sí, su resultado operativo (ebit) ha crecido un 11%, a 582 millones, muy por encima de lo que esperaban los analistas, y el beneficio neto ha ascendido a 412 millones (+4%), gracias al plan de reducción de costes, que incluye 3.000 despidos, rebaja de inversiones y menores previsiones.

Claro que en los nueve primeros meses, Volvo Cars ha bajado sus ingresos un 9%, a 24.063 millones. Por su parte, el ebit ha entrado en terreno negativo, situándose en -146 millones; y el resultado neto ha arrojado unas pérdidas de 238 millones por una provisión por deterioro de 1.003 millones en el segundo trimestre ante la pérdida de rentabilidad, los aranceles impuestos por Donald Trump y el retraso en el lanzamiento del nuevo EX90.

A la vista de todo esto, Volvo no da alegrías a su principal accionista, el grupo chino Geely, ni con el fabricante de turismos (Volvo Cars) ni con el de camiones y autobuses (Volvo Group).