El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, con gran discreción, se ha reunido en Madrid, los días 28 y 29 de febrero, en la sede del Banco de España en Madrid, palacio-caserón de Cibeles, con el gobernador Pablo Hernández de Cos, como anfitrión. A su lado, el que fuera subgobernador del mismo Banco de España, el peligroso Fernando Restoy, uno de los banqueros centrales más ideologizado. Entre otras cosas, verdugo del Banco Popular, y el último en ascender a la subgobernaduría gracias al pacto no escrito, consistente en que al número 1 del Banco de España le nombraba el gobierno y a su número dos, la oposición. Zapatero rompió este consenso y nombró a dos socialistas, número uno y número dos. Rajoy lo recuperó con el nombramiento de Pablo Hernández de Cos y la encarnada Margarita Delgado pero Sánchez piensa romperlo ahora que Cos se marcha.

Fernando Restoy, es el partidario de un solo banco, naturalmente público. En Europa, el BCE. El monopolio bancario, como todo monopolio, es un instrumento muy amado por cualquier totalitarismo

El Comité de Supervisión Bancaria, el que se ha reunido en Cibeles, constituye la división estrella del Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIS). Al BIS se le denomina banco central de bancos centrales, una metáfora no rigurosa pero sí muy apropiada.

El BIS es lo que se denomina un organismo vago. Te dice lo que debes hacer pero él no hace nada. Te dicta las normas pero luego son los bancos centrales, por ejemplo el Banco Central Europeo (BCE), el que debe obligar a los bancos a cumplirlas.

El BIS no hace política monetaria aunque la condiciona. Es, en suma, un organismo extraordinariamente poderoso, muy desconocido, no regulado ni supervisado y, por ello, muy, muy peligroso.

Pues bien, el Comité de Supervisión reunido en Madrid ha llegado a una conclusión muy sencilla, la misma de siempre desde que comenzó el siglo XXI y sobre todo, acrisolada e indiscutible desde la crisis bancaria de 2008, que pasará a la historia como la crisis del Lehman Brothers: un banco grande es un buen banco, un banco pequeño es un mal banco... en peligro permanente de caída, que tendrán que pagar todos los ciudadanos. Todo mentira.

El BIS lleva así desde 2010, cuando debió aprender la única lección lógica del Lehman: si un banco está quebrado, como cualquier otra empresa, déjalo quebrar.

El banco grande no es mejor que el pequeño. Las economías de escala son una chufla, inventadas para forzar el despido de trabajadores

Por cierto, si esto es así, ¿por qué bramamos en Hispanidad, un día sí y otro también, contra la intervención del Banco Popular? Pues porque el 'Popu' no estaba quebrado, ni de broma. Le hicieron quebrar.

Pero volvamos a la Cumbre de Madrid. El poderoso BIS persiste en el error: contra las crisis bancarias, más capital.

Quieren acelerar el acuerdo Basilea III pero llevan así desde 2010 y, como su receta es tan absurda, los bancos, el mundo, se resisten a aplicarla, aunque el BIS consigue victorias como esa de que el sector público, usted y yo, debe proteger al banco grande y no al pequeño. Hablo de la coña de los bancos sistémicos (en España existiría sólo uno solo, el Santander) que son "demasiado grandes para caer" (too big to fail).

Pues bien, resulta tirando a evidente que un buen banco no es el que tiene mucho capital sino el que tiene poca morosidad. Tópico que tiene su peligro, por cuanto prefigura, además, un oligopolio mundial de bancos de inversión privados cuando no un único banco público, que nos llevaría a una nacionalización de la banca mucho más radical que la nacionalización de bancos privados.

Los trabajadores de banca despedidos con los tipos a cero, no han vuelto con los tipos al 5%. Por eso, el dividendo ha aumentado pero el servicio bancario ha mermado. Un proceso al que llamamos digitalización

La banca doméstica, la que presta una servicio al bien común, está en peligro de extinción. Y además, es más resistente que la banca al por mayor: millones de clientes no suelen entra en mora al mismo tiempo, pero un decena de poderoso clientes sí que son capaces de dejarte una morosidad insalvable y en muy pocos segundos.

El precitado Fernando Restoy llega a más. Como buen socialista, es partidario de ese único banco, naturalmente público. En Europa sería el BCE. Y claro, el monopolio bancario, como todo monopolio, sea público o privado, constituye uno de los instrumentos más amado por cualquier totalitarismo.

Conclusión: el banco grande no es mejor que el pequeño. Y en la misma línea, las economías de escala son una chufla, inventadas para forzar el despido de trabajadores del sector.

Curioso: los trabajadores de banca despedidos con los tipos a cero, no han vuelto con los tipos al 5%. Por eso, el dividendo ha aumentado pero el servicio bancario ha mermado. Un proceso al que llamamos digitalización... y nos quedamos tan anchos. Sí, la digitalización es imparable... desgraciadamente.

Y recuerden, como filosofía de fondo, que la Cristiandad no es más que una suma de pequeños. Todo lo grande no se aviene bien con Cristo. Entre otras cosas, porque lo grande siempre intenta fagocitar a lo pequeño.