Donald Trump ha cumplido su amenaza: ha impuesto aranceles a Canadá, México y China. Creo que a Canadá es porque el dimitido Justin Trudeau, ya caído, es un 'woke', es decir, un enemigo declarado del Occidente cristiano. 

A México le impone aranceles por un motivo igualmente grave: Washington asegura que hay connivencia entre las bandas criminales del narcotráfico mexicano, que inundan USA de narcóticos, trafican con los pobres inmigrantes como si fueran esclavos y campan a sus anchas por todo México, mientras el Gobierno de Claudia Sheinbaum, que ha resultado aún más ultraindigenista que el de López Obrador, mira hacia otro lado.

Ahora bien, ¿es cierta la acusación de Trump? Sí y no. No creo en una connivencia activa entre bandas criminales mexicanas y el Gobierno mexicano. En lo que sí creo es en la indolencia indigenista, es decir, en la pereza del gobierno mexicano tanto de AMLO como de Sheinbaum, para enfrentarse, con las armas en la mano, a los mini-ejércitos armados que existen en México. 

El indigenismo, como el indígena, claro, siempre ha sido perezoso y permisivo con la crueldad, una condición criticada por los evangelizadores y conquistadores españoles, que tanto bien hicieron en aquellas tierras, indolencia perfectamente reflejada en la cursilería criminal de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), cuando para luchar contra los grupos criminales mexicanos lo único que se le ocurrió fue aquellos de "abrazos pero no balazos". Ya vemos el éxito de su política.

Y en cuanto a Sheinbaum, insisto en que aún es más extremista que AMLO y más indigenista: ni tan siquiera se ha planteado luchar contra las mafias asesinas del narcotráfico y de la trata de emigrantes, que venden la droga en Estados Unidos y asesinan en México. A Sheinbaum le hace falta algo del espíritu de Bukele en El Salvador.

Llegamos a China. Ahí, Trump tiene toda la razón y Europa debería imitarle. El crecimiento económico chino es similar al de la antigua potencia colonial británica. A Londres las colonias le importaban un comino salvo como despensa de materias primas y como cuota de mercado. 

Los chinos compran la inventiva occidental, monopolizan el comercio occidental y, cunado ya no pueden vender más se llevan sus patentes a China... además de monopolizar en los cinco continentes, especialmente en Iberoamérica y África, minerales y elementos básicos de la nueva industrialización.  

Con los aranceles de China, Trump no sólo tiene razones y motivos: tiene toda la razón. Contra nadie está más justificada una guerra comercial que contra China. Y Europa debería imitarle. Con Canadá y con México debería tener más paciencia.