Los bancos acreedores están contentos con la evolución de la nueva Pescanova, un ejemplo de reestructuración que ha funcionado, con la consiguiente evolución del negocio para generar recursos, reducir la deuda y cubrir las necesidades, han informado a Hispanidad fuentes próximas al proceso de la compañía gallega.

Presenta así la cara más amable de las posibilidades que da la ley Guindos, mediante la capitalización de la deuda para evitar la entrada de empresas en concurso o escapar de esa estuación, en los dos casos con auxilio de los acreedores. Pescanova entró en concurso en 2013 y salió de en 2015, con la partición en dos, la vieja y la nueva Pescanova.

Las mismas fuentes explican que el propio negocio de Pescanova ha facilitado las cosas. Ha podido superar sus etapas más críticas porque su negocio es la pesca: no ha dejado de hacerlo para después vender ese pescado (ingresos).

La diferencia con otras empresas en crisis es su actividad, la pesca, que le permitido salir a flote

No ha ocurrido lo mismo con otras empresas en situación parecida. El caso más reciente es la ingeniería Isolux, que a diferencia de Abengoa, entró en fase de liquidación.

La actividad pesquera fue tenida en cuenta en los cálculos bancarios, del mismo modo que afeaba un posible acuerdo en Abengoa, aunque se llegó a él en septiembre de hace dos años. Pero ojo, el mismo argumento, que no valió en el caso de Isolux hace peligrar también la viabilidad de Duro Felguera, otra ingeniería.

En paralelo, los antiguos accionistas han perdido la batalla judicial y el objetivo de los bancos, ahora, es salir de nuevo a bolsa cuando las condiciones (de la propia empresa y del mercado) lo aconsejen. Será la vía para dejar también el capital, en el que tienen una amplia mayoría.

Uno de los problemas latentes en ese sentido es la cotización de la antigua Pescanova, un sinsentido bursátil con 9.000 pequeños accionistas en el vaivén especulativo, como informábamos hace un año, a raíz de su vuelta al parque (el 7 de junio de 2017), después de cuatro años ausente.

La fórmula de capitalizar deuda ha funcionado en Pescanova, a diferencia de otras compañías con otro perfil, como Isolux

Al fin y al cabo, el único activo de la vieja Pescanova es el 1,6% que posee en la nueva Pescanova, pero no tiene actividad, ni empleados ni lógica económica. Antes de la ampliación de capital de abril de 2017, decidida en Junta por la nueva Pescanova, su participación era del 20%, y en esa cuestión se ha centrado el litigio.

Con todo, la especulación bursátil en la vieja compañía ha provocado subidas esporádicas. Por ejemplo, tras la presentación de los resultados del primer trimestre, mejores de lo previsto, con los primeros beneficios con un año de antelación sobre lo que marcaba el plan estratégico 2020. Fue a finales de marzo, cuando la acción de disparó un 25%, hasta 1,16 euros, cuando se ha movido desde hace un año en los niveles actuales, entre 0,8 y 0,9.

Los resultados mostraban mejoras importantes en el Ebidta  (+18%, a 80 millones), ventas (+2%, hasta 1.081 millones) y un recorte del 35% de la deuda restructurada.

Entre los antiguos accionistas se marcharon Carolina Masaveu y el fondo Broadbill (que también está en la Nueva Pescanova) y siguen Fernández de Sousa, Damm (Demetrio Carceller) y el fondo Luxempart