He oído opiniones en contra, pero tengo que decir que no me parece ninguna mala idea: los obispos españoles proponen a los católicos una jornada de oración y ayuno -próximo miércoles 16- contra el proyecto de ley de eutanasia, a un paso de entrar en el BOE. 

Además, han elaborado un documento con argumentos bastante sólidos sobre lo que significa ese gusto dulzón por la muerte y contra el débil. 

Eso sí, me hubiese gustado que concretaran un poco más en qué consiste el ayuno, una práctica eficacísima pero abandonada en casi todo el orbe cristiano. Ya se lo contamos nosotros: el ayuno cristiano consiste en desayunar menos de lo normal, comer normal y cenar algo menos de lo normal. Algo que muchos y muchas realizan y con mucha más vehemencia para mantener una buena figura. Aún así, antes de cantar victoria, prueben a hacerlo.

Y digo que es una buena idea porque aunque algunos lo pretendan, la obligación de los obispos no es hacer política, sino enfrentarse al Gobierno con la oración, la palabra y el ayuno. Es más, el deber primero de la jerarquía eclesiástica consiste en esto: no callar ni debajo del agua. 

Y todo esto puede ser más eficaz que cualquier batalla política, lo que no exculpa para nada a un gobierno sociopodemita... ligeramente repugnante.