En nuestra sociedad internetera, un mundo en red, esta sociedad en la que vivimos, cuando se crea un ambiente da, lo políticamente correcto, cualquier intervención, por pequeña que sea, genera una marea. Y en cuestión de segundos. Basta dar con la tecla adecuada.

Ayer martes, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, una periodista pulsó esa tecla y preguntó a la portavoz de La Moncloa, María Jesús Montero, si el Rey Juan Carlos I no debería abandonar La Zarzuela, que pagamos entre todos, y si el Rey Felipe VI no debería interponer más “cortafuegos” respecto a su corrupto progenitor.

La egolatría de Pedro Sánchez le conduce a una obsesión: ser presidente de la III República. A Pablo Iglesias sólo le interesa el poder en esa república

“A bodas me convidan” pensó Marisú, la mejor intérprete del Régimen sanchista, para reafirmar que el Gobierno ha hablado con meridiana “claridad” sobre este tema y que Pedro Sánchez, todo clemencia, ya ha dicho que agradece mucho que el actual jefe del Estado marque distancias con su progenitor (las que no marca el señor presidente con su suegro Sabiniano, el de Sala adán y Sauna Azul).

Para entendernos: mientras la sociedad española continúa atormentada y abotargada por el coronavirus, el sanchismo podemizado ha lanzado el ataque final contra la monarquía española y a favor de la III República (mal le ha dio siempre a España con las repúblicas). Así, ya no basta con que Juan Carlos I abandone Zarzuela: debe ser expulsado de Palacio por su propio hijo, Felipe VI.

Un engaño, porque estamos hablando de un mero paso intermedio. La egolatría de Pedro Sánchez le conduce a una obsesión: ser presidente de la III República. A Pablo Iglesias, más listo, sólo le interesa el poder en esa república. Por tanto, el objetivo de Moncloa, aunque no lo parezca, no es Juan Carlos I sino Felipe VI.

Juan Carlos I es un mal católico, Felipe VI es un buen progre. El uno mantuvo la Monarquía, el otro la está destruyendo

El Rey actual se parece a Alfonso XIII pero sin principios cristianos, ni en la teoría ni en la práctica. Su bisabuelo se enfrentó a la masonería y se negó a subvertir la civilización cristiana en la que se amparaba la esencia del país. Era un poco golfo, al igual que su nieto Juan Carlos, pero no admitía la destrucción de la España cristiana. Juan Carlos I ya ha cedido en muchos principios (el más claro, su firma en la ley de aborto de 1985 y posteriores normas infanticidas) pero al menos nunca hizo una renuncia a sus principios cristianos: sólo en la práctica y por conveniencia.

Felipe VI ha dado el último paso, así que acabará en el exilio, como su bisabuelo, su abuelo y, a lo peor, su padre… ofertando la cabeza de su ancestro al bolivarianismo de Sánchez.

Por resumir, Juan Carlos I es un mal católico, Felipe VI es un buen progre. El uno mantuvo la Monarquía española de más de 1.500 años de antigüedad (no se juega con las cosas que han durado 1.500 años), el otro puede destruirla, inmolándose por Sánchez e Iglesias. Hay que ser bobo…

Y la derecha transige. El PP por miedo, como siempre; Vox, porque anda perdido en la indolencia

En el entretanto, la bobalicona derecha española transige. El PP, para que no le acusen de corrupción. Cómo si eso fuera viable. Vox, porque ha perdido el pulso… y como siga así perderá los escaños.

Y faltaba la nota de color, la guinda de la tarta que también apareció ayer, un Zapatero, precisamente él, muy dolorido -es un hombre sensible- por los casos de corrupción en Zarzuela. El bolivariano ZP apunta ahora a republicano: cosas veredes amigo Sancho.

En resumen, que Pedro Sánchez, el mayor cantamañanas de la historia reciente de España quiere expulsar a Juan Carlos I y a Felipe VI para forjar la III República, un cambio histórico. Y a Sánchez le encanta la historia: pero sólo protagonizarla, no aprender de ella.

Así que ya lo saben; hay que expulsar a Juan Carlos I de La Moncloa. Lo ha dicho Sánchez, hombre de bien.