El espectáculo resulta patético: un país grande como España, pendiente de Corinna Larsen, que ya no es su “Alteza Serenísima” sino una imputada judicial dispuesta a morir matando.

Antes se llamaban querindongas o simplemente amantes, pero ahora se denominan “consultoras”. Así es como El País define a su alteza serenísima Corinna Larsen, porque El País está deseando fusilar a Juan Carlos I, dentro de ese viento suicida que recorre la prensa española.

Y esto por que un caballero progresista es, antes que nada, un progresista caballero: Corinna Larsen “entrañable amistad” con SM Juan Carlos I, es una “consultora”. O sea una señora a la que consulta. ¿Sobre qué? Eso pertenece al  secreto de sumario.

¿Por un hastío -encima hastío manipulado- de ahora mismo echaremos por tierra 1.600 años de monarquía? ¿En serio?

En política puedes hacer cualquier cosa menos el ridículo, dicen que decía Tarradellas. En prensa pueden adoptar cualquier condición menos la de hortera. Y la vida puede ser feliz o desgraciada, noble o inhumana, pero lo que nunca puede ser es una mentira plagada de eufemismos. Porque eso no es vivir sino meramente sobrevivir.

Corinna Larsen es sólo una mujer despechada a la que un buen día el donante de dinero quiso arrebatárselo y ella maniobró para el no. Y seguramente tendrá su parte de razón y seguramente el rey emérito tiene su parte de culpa.

Ahora bien, ¿damos pábulo a su Alteza Serenísima cuando sabemos que lo único que pretenden los promotores es, los unos la III República; los otros, un régimen bolivariano? ¿Y damos pábulo a esa operación espuria sólo porque la monarquía ya nos está empezando a cansar? ¿Por un hastío -encima hastío manipulado- de ahora mismo echaremos por tierra 1.600 años de monarquía? ¿En serio?