Con la venta que está ultimando el Sabadell -faltan los típicos flecos- de activos tóxicos por valor de 12.000 millones de euros, los grandes bancos dan por cerrada la crisis inmobiliaria. La reducción desde 2013, cuando el sector contaba con 282.000 millones en activos tóxicos, ha sido brutal: a principios de 2018 esa cifra había disminuido hasta los 130.000 millones.

El esfuerzo había sido grande pero no suficiente. Por eso, las entidades han pisado el acelerador durante los últimos meses para reducir drásticamente sus carteras tóxicas. El último banco en hacerlo, el Sabadell, que se dispone a vender 12.000 millones de euros de activos improductivos a Oaktree, Blackstone y al fondo de pensiones de Canadá, CPPIB, que en diciembre ya lo compró una cartera inmobiliaria valorada en 800 millones de euros. De los 12.000 millones, aproximadamente el 60% provienen de la CAM y el 40% restante, del propio Sabadell.

De los 12.000 millones, aproximadamente el 60% provienen de la CAM y el 40% restante, del propio Sabadell

Los bancos han visto el momento o, si lo prefieren, los fondos han encontrado un chollo, una oportunidad, que no han querido desperdiciar, o ambas cosas. Así, en verano de 2017, el Santander vendió el 51% del ladrillo del Popular (15.000 millones en créditos e inmuebles, con un valor bruto de unos 30.000 millones) a Blackstone por 5.000 millones de euros. El banco que preside Ana Botín se dispone a colocar ahora otra cartera de 6.000 millones de euros. La cosa avanza.

El BBVA también ha tomado el mismo camino y en noviembre de 2017 vendió activos tóxicos valorados en 12.000 millones (el 75% de su cartera) a Cerberus. El cierre de la operación está pendiente de la autorización por el Esquema de Protección de Activos (EPA) de Unnim.

Queda pendiente el balance final de las pérdidas asumidas por el sector tras su aventura con el ladrillo

La más reciente, además de la del Sabadell, fue la protagonizada por Caixabank. El banco que preside Jordi Gual vendió en junio todo su negocio inmobiliario, incluida Servihabitat, valorado en unos 7.000 millones de euros, al fondo Lone Star que, de esta manera, se hizo con el 80% del negocio mientras que el banco se quedó con el 20% restante.

Todo esto está muy bien, pero cuidado, porque se ha podido llevar a cabo porque los bancos ya habían provisionado todo. En otras palabras, ya habían realizado el esfuerzo correspondiente. Es decir, cuando ahora hablan de plusvalías obtenidas por estas operaciones, en realidad son plusvalías respecto a las provisiones realizadas. Propiamente hablando, no ganan dinero.

Hay que tener en cuenta que el coste medio de todo el sector queda situado entre un 40 y un 50 por ciento para activos con garantía y entre el dos y el cuatro por ciento para los activos que carecen de ella.
En todo caso, queda pendiente el balance final de las pérdidas asumidas por el sector tras su aventura con el ladrillo.

Relacionado