Fuentes bancarias aseguran que se está produciendo una huida de españoles hacia Portugal. Huida económica, se entiende. La técnica suele consistir en una doble iniciativa: comprar inmuebles en el país vecino y empadronarse y domiciliarse fiscalmente en Portugal.

Tienen miedo de Podemos y del cabeza hueca de Pedro Sánchez quien, con tal de mantenerse en Moncloa, partido a partido, es decir, día a día y así por muchos años, es capaz de dejarse humillar por los separatistas de ERC y de cederlo todo a los neo-comunistas de Pablo Iglesias.

Los clientes de Santander, Caixabank y otros utilizan a estas entidades para emigrar económicamente al país vecino

Y así, aprovechando que la banca española controla el sistema financiero portugués (Santander y Caixabank, principalmente), los españoles con alguna propiedad o algún activo (las clases medias y medias-altas, para entendernos, se están llevando ese dinero a Portugal.

Lo cual tiene su gracia por lo siguiente: Sánchez presume de que su gobierno de coalición con los radicales es lo habitual en Europa. El único ejemplo de pacto entre socialistas y comunistas dejando a un lado a cualquier formación de centro o de derecha, es Portugal. Y ojo, Antonio Costa necesita contentar a comunistas y neocomunistas portugueses pero no a separatistas porque en Portugal todo el mundo está muy contento de ser portugués.

Una consigna empieza a correr por la banca española: los rojos portugueses son menos rojos que los rojos españoles

Y es que, aunque la inefable Isabel Celaá repita que lo importante es formar gobierno, a muchos españoles, cada vez más, les asusta el Frente Popular del insensato Sánchez y consideran que los rojos españoles son más rojos que los rojos portugueses… y que en tiempo de rojos hambre y piojos.

Pedro Sánchez es un adicto a La Moncloa. Por eso, tras la nueva bula de Gabriel Rufián (en vísperas de la reunión del martes asegura ERC que el acuerdo queda para enero), un PSOE desmayado asegura que la susodicha reunión será “decisiva pero no definitiva”, un nuevo hallazgo del cantinflesco lenguaje sanchista: hasta ahora todos creíamos que lo decisivo suele resultar definitivo. Pero estábamos equivocados.

Asegura Alfonso Guerra que España es autodestructiva. Algo de razón tiene pero, antes que eso, el español es fatalista. Este pueblo de tonto no tiene un pelo y es muy consciente, aunque ande contaminado de progresismo,  que el Gobierno-macedonia ideado por la macedonia mental de don Pedro Sánchez, el frente popular de socialistas, comunistas y separatistas va a llevar a España al enfrentamiento civil y al caos. Ahora bien, muchos reaccionan ante esto con un determinismo muy propio de Iberia: no es posible evitarlo. Pues no. Por supuesto que es posible. Por ejemplo, con la Operación Borrell, que debería ejecutarse mañana miércoles 11 de diciembre: amenazar a Sánchez con encargar la formación de Gobierno a Borrell para pararle los pies a los separatistas y a los republicanos podemitas… y lograr que Sánchez rectifique y se asocie con PP y Ciudadanos.  Claro que, para eso, Felipe VI tendría que atreverse.

Curiosamente, el Frente Popular -sin separatistas- que pretende Sánchez sólo tiene un precedente en Europa: Lisboa

Sin embargo, un curioso fatalismo nos impele a pensar que el Frente Popular no se puede detener y que, en consecuencia, lo mejor es poner el patrimonio a buen recaudo, no en un paraíso fiscal, eso es para ricos, sino en Portugal, que está más cerca.

Frente a ese determinismo que nos lleva a aceptar como inevitable el frentepopulismo sólo espero que resucite el instinto de supervivencia del pueblo español, último recurso, vencida ya su sensatez.