La posición de Endesa es firme para alargar la vida útil de las centrales nucleares más allá de 40 años y así se lo hará saber a Iberdrola y Naturgy, con las que comparte la propiedad de Almaraz, en la junta que celebrarán las tres en unos días, el 19 de este mes. No sólo eso, está abierta a todas las opciones para llegar a un acuerdo, básicamente porque está en sus planes ese negocio, con el que cuenta estratégicamente en el largo plazo, según fuentes consultadas por Hispanidad.

Con esa posición, en paralelo, sortea el pulso de la ministra de Transición Energética, Teresa Ribera, con el sector. Ni ha concretado todavía sus planes, ocupada como está en la elaboración del Ley de Cambio Climático y en la propuesta de energía y clima que llevará a Bruselas, ni ha admitido todavía algo que sabe: que las centrales nucleares son necesarias para evitar que vuelvan los apagones, para cumplir con los metas de reducción de emisiones de CO2 o evitar que el precio de la luz se dispare.

La central de Almaraz, primer ‘round’ de Endesa para negociar con Iberdrola y Naturgy

Con la postura de Endesa, en cualquier caso, la ministra, feliz. Conoce de primera mano lo que es un secreto a voces en el sector -la necesidad de la nuclear, por mucho que aumente la capacidad de otras fuentes-, que se amplía incluso al propio PSOE, según las mismas fuentes. No son pocos los socialistas que reconocen en privado lo que no la dice la ministra o lo hace con la boca pequeña -llegado el caso- en público: que una cosa es el programa y, otra muy distinta, la realidad energética española.

El primer round de Endesa llega en Almaraz, donde tiene una participación de 36% frente al 53% de Iberdrola y el 11% de Naturgy. Planteará en la cita del 19 en la central extremeña, que va jugar todas sus cartas para alargar la vida útil de parque nuclear, en primer término, y negociar después la fiscalidad. Desde el intercambio de activos en las participaciones cruzadas para concentrarse en centrales concretas a plantearse la compra.

Ribera cierra la boca sobre una evidencia en el sector -no es posible cerrar las nucleares ya- e incluso para algunos socialistas. 

Es, por tanto, el otro extremo del mismo campo en el que juega Iberdrola, partidaria también de quiere seguir en el negocio pero no a cualquier precio. Es decir, a cambio de una mejora de la fiscalidad -un punto que recaman todos los actores-, porque la actual se come la mitad del Ebitda, con un perjuicio fiscal de hasta 15 puntos respecto a la de otros países europeos.

El precedente, en cualquier caso, fue la central burgalesa de Garoña, que Endesa quiso mantener e Iberdrola quiso cerrar. Fue un contratiempo, no sólo para Endesa, sino para el entonces ministro de Industria, Álvaro Nadal.

La peculiaridad de Almaraz está, no sólo en la petición de la renovación de la licencia de actividad, que deben presentar en 2019 los propietarios, sino en que dará pistas de lo que puede pasar con el resto de las centrales nucleares.

Y tiene todo ello una explicación, que no está en la actividad o el resultado, como en el aspecto contable. Las dos grandes eléctricas juegan con plazos distintos en ese punto con la valoración y amortización de activos. Iberdrola amortiza de acuerdo con la vida útil de 40 años, mientras el cálculo de Endesa es a 50 años. No es una diferencia pequeña, porque con el mismo Ebitda para las dos, la eléctrica de Galán sale perjudicada y la de Prado, beneficiada.