De cara al próximo domingo 10 de noviembre y una vez revisados los programas de los principales partidos políticos parlamentarios, hay que con concluir que, si quiere votar en conciencia, que no en conveniencia, y votar a uno de los partidos con posibilidad de representación parlamentaria, un católico solo tiene una opción: Vox.

El PP se ha convertido en una derecha cobardona y tibia. Ciudadanos es derecha pagana, regida por la ideología de género

En conciencia, un católico sólo puede vota a Vox… y con mucha precaución. No me gusta ver a Santiago Abascal con el tigre, aunque reconozco que es el único de nuestros políticos convencido de algo, que cree en lo que dice no sólo en sus resentimientos, que es lo único en lo que cree Sánchez.

Pero le falta mucha formación. No creo en Ortega Smith, al que considero en peligro de deificar la patria, es decir, de caer en el fascismo. Sí creo en Rocío Monasterio, la única política a la que he escuchado, en una tribuna pública, “defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural”. Pero, en cualquier caso, creo que, como católico, en conciencia, puedo votar a Vox y por tanto, votaré a Vox el 10-N.

Podemos es neocomunismo. Un cristiano no puede votar a una opción marxista

Y al que nunca, a lo que menos de todos, puede votar un católico no es a Podemos, sino al sanchismo. El PSOE de Sánchez es cristófobo, guerracivilista, liberticida y financista (que no liberal). Este personaje que tenemos que soportar como presidente representa, ahora mismo, todos los males de la política española, constituye un atentado contra los principios no negociables de Benedicto XVI -vida, familia, libertad de enseñanza y bien común- y encima nos lleva hacia el frentepopulismo.

Tampoco creo que un católico coherente pueda votar al PP de Pablo Casado, convertido en una derecha cobardona y tibia. Dice Casado que no les hablan de cuestiones morales, por ejemplo, del aborto. Y entonces, ¿de qué otras cosas van a hablarte, campeón?

Los nacionalismos vasco -Arzallus ha vuelto- y catalán -la demencia impera- se han convertido en idólatras

Ciudadanos y don Albert Rivera son derecha pagana, regida por la ideología de género. Nacieron como una escisión del PSOE cuando Sánchez quería gobernar con la moción de censura: con los independentistas vascos y catalanes. Predican la unidad de España. Ahora bien ¿unidad en torno a qué, don Albert? ¿A los principios que los nacionalistas sólo que manteniendo la unidad territorial del país? Eso puede parecerle mucho, don Albert pero es muy poco. Los de Ciudadanos son como Vox. Pero en ateo.

Un cristiano no puede votar a Podemos: es neocomunismo. Un cristiano no puede votar a una opción marxista. Eso está claro y, por tanto, no insisto en ello. Ahora bien, no dramaticemos con los del género confuso: Unidas Podemos no debería asustar a nadie. Pablo Iglesias es mucho menos peligroso que Sánchez, porque se le ve venir. No engañará a ningún sensato, Sánchez -todo él una gran mentira- sí.

El nacionalismo vasco -Arzallus ha vuelto en el cuerpo de Andoni Ortúzar- ha regresado con toda la soberbia vasca de la que hablaba Ortega y Gasset. Son los mismos traidores que condenaron a Rajoy tras firmarles éste la renovación del Concierto y del Cupo y que dieron la Presidencia a Sánchez. Con la misma chulería cantinflesca: chulería en su actitud, cantinflesca en sus argumentos.

Al otro lado, los nacionalistas catalanes catalán –la demencia impera- que se han convertido en adoradores de la república independiente catalana. Todos ellos muy pacifistas, desde luego.

En coherencia, un católico sólo pude votar a Vox. Yo, que voto en principios no negociables, pienso hacerlo.