La concentración de Barcelona fue, como el procés, multitudinaria, pero ya pocos creen posible la independencia. Ahora, pretenden un acuerdo.

Los separatistas hablan de diálogo pero esperan la sentencia del Procés.

Los nacionalistas han descubierto que cuando la izquierda y derecha española llegan al poder cambian de actitud porque están obligados, no a cambiar la ley, sino a defenderla.  

El separatismo se ha cronificado pero los españoles están aprendiendo a convivir con él

Estas son las tres grandes líneas de la celebración de la Diada. Que sí, ha vuelto a ser multitudinaria. Y es que la movilización no ha fracasado pero la independencia probablemente sí.

Vamos: el dictamen de Moncloa: el diálogo no es necesario y, además, resulta inútil.

Y esto porque el separatismo se ha cronificado pero los españoles están aprendiendo a convivir con él.

Emerge un nuevo colectivo: el de los catalanes, españolistas o no, que se revuelven contra el monotema de su clase política

De hecho, ha emergido un nuevo colectivo: el de los catalanes, españolistas o no, que se revuelven contra el monotema de su clase política. Gente harta e incluso gente frustrada por la aventura trágica donde les han introducido sus dirigentes para desencanto de todos.

Tanto es así que si antes los separatistas pedían la independencia, ahora piden un pacto de honor: un acuerdo político. Y no son pocos los que ya ni tan siquiera unen la coletilla del referéndum. A lo mejor bastaría con un pacto, se supone que con nuevas cuotas de autogobierno, en las alturas, claro está, con un nuevo referéndum pero sobre un nuevo estatuto de autonomía, no un referéndum de autodeterminación.

Los separatistas pedían la independencia pero algunos ya empiezan a conformarse con un pacto de honor

En cualquier caso, lo importante es la tesis del monclovita Iván Redondo: los españoles se están acostumbrando a la eterna reivindicación catalana: han aprendido a convivir con ella.

A lo mejor es que Iván Redondo ha leído a Ortega.