Oyendo hablar a los ministros, parecería como que los españoles no son víctimas del coronavirus, sino verdugos. El titular de Sanidad, Salvador Illa, y el de Interior, Fernando Grande-Marlaska, uno de nuestros peores ciudadanos, salen a escena –ministros de guardia les dicen- para explicarnos que durante el primer alivio graciosamente concedido por el Gobierno para sacar a pesear a los niños tras seis semanas de encierro, hubo gente tan perversa, tan incívica, tan irresponsable que incluso salieron padre y madre (convivientes) a pasear con los niños.

Me cuentan que en cierta ciudad del norte de España, un guindilla de paisano -de agente secreto- para entendernos, avistó a un matrimonio con dos niños en un parque. Les advirtió que estaba de incógnito -igualito que James Bond- y les había pillado. Si volvían a hacerlo, sanción al canto.

Y luego, siguiendo los pasos del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, Salvador Illa, que como su jefe de filas tiene que ocultar la verdad palmaria que trata de ocultar el PSOE (que somos el país con más contagios y con más fallecidos por habitante) suelta aquello de que si hemos fracasado en la lucha contra el virus es porque somos un país muy turístico. Que recibe a muchos turistas, y claro, nos contagian.

Como sigan así no vamos a necesitar de más decretos de estado de alarma para hundir la primera industria nacional: ya se encargará el Gobierno de que hoteles, operadores, agencias de viaje, aerolíneas, medios de transporte, animadores, guías turísticos… se vayan directamente al guano.

Cuando al Gobierno le recuerdan la cifra que más pretenden ocultar -que somos el país con más contagiados y más fallecidos del mundo por coronavirus- te dicen que la culpa la tiene el turismo, nuestra primera industria, porque recibimos demasiadas visitas de turistas.