Me lo comentan en Ferraz y no se cortan un pelo. Es más creo que en los  círculos socialistas más de uno se lo ha creído.

Empezando por el final: con la excusa de la lucha contra las falsas noticias (fake news), y aprovechando que ya hay consenso en Europa, Pedro Sánchez se dispone a imponer la censura previa más dura, es decir, marcar aquello que se pude decir y lo que no se puede decir, al menos si no quieres aparecer como un ultra o como un majadero.

De paso, el Gobierno Sánchez pretende reducir la libertad de prensa a los grandes multimedia. No a los señores de la prensa progresista. No, si no el espejismo quedaría al descubierto. Lo ideal es disponer de dos multimedia de izquierda y dos de derechas, por ejemplo. Iván Redondo no permitiría otra cosa.

Hay que desacreditar a las redes sociales y asfixiar a los pequeños editores

Sí: lo de menos es que entre esos grandes multimedia haya editores de “derechas”. Es más, debe haberlos. Se trata de proporcionar ese espejismo de pluralismo donde hay medios de izquierda y medios de derechas pero todos están en lo políticamente correcto y ninguno e sale de determinados cauces, previamente aceptados. Eso sí, muy rigurosos.

El verdadero objetivo consiste en eliminar a los pequeños medios de prensa y reducir las redes sociales a objetivos de caza porque atentan contra el rigor informativo o porque son ‘raros’. Verbigracia: los medios católicos son raros. O ultras. O ambas cosas a la vez.

Además, en el PSOE ponen por delante que en Europa piensan igual y que, de hecho, la iniciativa no es de Madrid, sino de Bruselas. Y desgraciadamente tienen razón. Se llama: “Código de Conducta Europeo para luchar contra las ‘fake news’”.

Cuando Pedro Sánchez habla de la lucha contra la desinformación hay que echarse a temblar: petende imponer la nueva censura tecnológica

Ese Código fue esgrimido por Sánchez en el reciente debate de investidura, como parte de su programa de Gobierno futuro. Dijo así Pedro el maravilloso: “Hemos elaborado un ‘procedimiento de lucha contra la desinformación’, en línea con el Plan de Acción de la Comisión europea. Se trata, insisto, de una auténtica prioridad para sociedades democráticas como España, que están amenazadas por el efecto de la mentira de difusión masiva. La mentira no es libertad de expresión: es simplemente mentira, y hay que combatirla con coraje”.

En plata: implantar la nueva censura tecnológica, marginar al periodismo ciudadano y, entre los medios informativos, promocionar –financiar y otorgar concesiones- a los grandes multimedia, a ser posible no más de cuatro, que son aquellos a los que se proporcionará información, proximidad y licencia de explotación.

No se trata  otra cosa que de implantar la censura monda y lironda, expulsando del sistema a todos los que resultan políticamente correctos, por lo general calificándolos de ultras peligrosos.

El objetivo del Gobierno Sánchez resulta, por tanto, extraordinariamente   peligroso y hay que someterlo a estrecha vigilancia. Los grandes medios informativo naturalmente lo apoyarán. Los intereses de los editores y la vanidad de los periodistas juega a su favor.

Ahora bien, para cualquiera que aprecie la libertad de prensa tiene la esperanza de que no lograrán jamás lo que pretenden, porque Internet es imparable y omnipresente, para bien y para mal y en Internet, hasta un bloguero puede poner al poder contra las cuerdas… si posee información y si la verdad le preocupa más que el rigor.