Les hablo de un caso real. Se trata de un limpiador de sofás. Trabajo duro, no se confundan, y que supone una inversión en una superlavadora portátil.

Me comenta que como es autónomo y le cuesta mucho ganar el dinero, todos sus ahorros, y los de su madre, los ha trasformado en bitcoin. Así, cuando la cotización del bitcoin alcance el nivel que él se sabe, lo venderá todo y multiplicará su inversión.

Subir el precio del dinero es malo para unos y bueno para otros, pero estupendo para todos: urge limitar la cantidad de dinero en circulación

Le aconsejo que venda ya y me mira como a un marciano. Según él, al bitcoin le respaldan ‘las tecnológicas’, una expresión estupenda a la par que vacía de contenido, mitad por mitad. Estas expresiones suelen tener mucho éxito.

Y a lo mejor tiene razón, con tal de que la cifra de corte, el momento de venta, sea antes de la gran caída. Porque entonces se forrarían dos y llorarían 200. Y tendremos manifestaciones contra las autoridades que un día permitieron Afinsa y al siguiente permitieron el bitcoin.

Es la esencia misma de la especulación.

El bitcoin supone llevar al paroxismo la obsesión por fabricar dinero

Ahora bien, no sé si nos damos cuenta de que llevamos haciendo bitcoin desde hace medio siglo y en especial desde el año 2000. Hemos creado un ambiente de hiper-liquidez que ha devaluado toda la  economía mundial. Porque claro, la producción de bienes y servicios no camina al mismo ritmo que la producción de dinero: a más dinero menos precio del mismo producto.

Ahora parece que se acaba la era del dinero regalado; vuelve, poco a poco, el dinero caro. O si lo prefieren: que la Reserva Federal de EEUU aprovechará el repunte de la ampliación para subir el precio del dinero al 2% y que el Banco Central Europeo (BCE) ratifica que se dispone a dejar de comprar deuda pública y empresarial. A partir de ahora que busquen comprador en mercado abierto.

Las criptomonedas sin soberanía llevarán a muchos a la ruina

La noticia es buena para los bancos, que obtienen más margen, y es mala para quienes solicitan un crédito, que será más caro. Pero es buena para todos, porque la crisis económica en que nos movemos desde que se iniciara el siglo es el océano de liquidez, la obsesión por fabricar dinero. El bitcoin y las criptomonedas han llevado esa fabricación de dinero hasta la locura pero, al menos, el dinero normal, el que cuenta con referencia, con una soberanía detrás que decide cuánto dinero se fabrica, empieza a recuperar la cordura. A lo mejor así salimos de la crisis permanente. Es hora, como decían los monetaristas 20 años atrás. y ahora ya se han olvidado del término (por la falta de uso), es el momento de “drenar liquidez”.

Se acabó la era del dinero barato pero, sobre todo, abundante, que ha devaluado toda la economía mundial. Cuanto mas dinero ‘destruyamos’ mucho mejor.