Estas son las tres grandes victorias de la Hispanidad: contra los moros en la Reconquista, contra los protestantes, pues el catolicismo en Europa llegó hasta donde llegaron las armas españolas y, el mayor logro de todos, contra los indígenas salvajes de América, a quienes civilizamos y evangelizamos.

En el Golfo de Lepanto detuvimos a la Armada turca de Alí Pachá, que se disponía a invadir Roma, cabeza de la cristiandad y, sobre todo, en España, nos costó ocho siglos, pero detuvimos a los musulmanes que pretendían invadir Europa.

En Flandes detuvimos a los protestantes y mantuvimos a raya la infame reforma luterana y su despreciable determinismo esclavista. 

En América civilizamos un continente de salvajes y tratamos a los indígenas como ordenó la Reina Isabel I De Castilla en su codicilo: como hijos de Dios a los que había que evangelizar y no exterminar, como hicieron ingleses y holandeses. Por eso existe la raza hispana, de suyo mestiza mientras no existe la raza angloamericana ni la raza franco-magrebí. ¿Que se cometieron abusos? Naturalmente, como siempre ocurre. Pero la tónica general no fue la británica, sino la española.

Es como para sentirse orgulloso de la historia de España y para no admitir leyendas negras.