Mounir Nasraoui, padre de la estrella de la Eurocopa, Lamine Yamal, fue apuñalado
La técnica del Sanchismo ante las noticias que no le convienen consiste en no informar de ellas. Así, los periodistas que intenten, de forma honrada, acercarse a la verdad, cometerán errores por falta de información y podrán ser acusados de lanzar bulos. Contra la verdad, opacidad pero, ojo, por parte de ese mismo poder político, el mismo que asegura, una y otra vez, que existen medios, naturalmente ultras, que esparcen fango y desinformación: ¡Qué horror!
Por cierto, abro un paréntesis para aclarar, nuevamente, que la mentira tiene las patas cortas. Y que la mejor defensa contra el bulo y la desinformación es la lectura inteligente que enseguida percibe la incoherencia interna de un texto. Es verdad que hay textos coherentes que son falsos, que no se corresponden con la realidad, pero se trata de excepciones. En cualquier caso, insisto, la mentira tiene las patas cortas y enseguida se deja notar. Por tanto, no hay que poner tanto hincapié en luchar contra el bulo, el bulo cae por sí solo. Apenas tiene una vida superior a las 24 horas.
Y contra lo que sí conviene luchar es contra los luchadores contra el bulo, que no son otra cosa que censores liberticidas que buscan acabar con la libertad de expresión y hasta con la libertad de prensa. Ejemplo, don Pedro Sánchez Pérez-Castejón.
Sí, lo que quiero decir es que nos está costando enterarnos de por qué el padre del jugador de fútbol de origen marroquí, Lamine Yamal ha sido apuñalado. Se trata de Mounir Nasraoui. Al parecer, poco antes había tenido una trifulca con marroquíes que le acusaban de que su retoño no militara en la selección marroquí de fútbol sino en la española. Por favor, piensen un instante porque este incidente ilustra como ninguna otra cosa lo que hoy ocurre entre España y su mayor enemigo, Marruecos. Y me es igual que el agredido no sea el mejor ciudadano de Cataluña, y que ya se hubiera mostrado violento en otras ocasiones.
He aquí el problema marroquí en España. Una quinta columna de 800.000 súbditos del miserable de Mohamed VI, que en su mayoría odian al país que les ha permitido sobrevivir: a España, y que no permiten la menor deserción en sus filas.
El rumor que corre, no en España, sino entre la comunidad marroquí en España: Sánchez ya ha aceptado la co-soberanía hispano-marroquí de Ceuta y Melilla. Es decir, entregar las dos plazas españolas en África a Mohamed VI.
Tenemos un problema.