Lo importante no son los datos que, además, publica una fuente tan poco fiable como el Gobierno. Lo importante es dar con la interpretación adecuada de esas cifras. Y para lograrlo ahí está esa joya llamada Religión en libertad.    

Empezando por el final, las cifras de abortos y nacimientos en España durante 2020 revelan un inocultable odio a la vida. A la vida humana, se entiende. En España, los nacimientos van hacia abajo, no llegan a 340.000, el mínimo de la serie histórica, mientras los infanticidios van hacia arriba. Hombre es cierto que, con el país confinado, en 2020 los abortos quirúrgicos fueron 88.269, frente a los 99.949 de un año antes. Pero se trata de un triste consuelo, debido al confinamiento y, sobre todo, a que hablamos de abortos quirúrgicos, cuando lo que se lleva en el avanzado y progresista Occidente actual es el aborto químico, del que nadie tiene por qué enterarse. Recuerden: todos los anticonceptivos hoy en el mercado resultan potencialmente abortivos (pueden actuar antes o después de la concepción) y encima la píldora postcoital se ha convertido en el veneno espiritual de, por ejemplo, la adolescencia y la juventud españolas. Recuerden, también: el único anticonceptivo no abortivo que existe hoy en España es el condón.

¿De verdad creemos que con un 1,18 hijos por mujer vamos a poder pagar las pensiones? Y la media de edad para la maternidad es alta: 32 años

El año del Covid hubo pocos abortos, sí… y menos nacimientos que nunca. Uno de cada cuatro embarazos terminó en crimen. Y repito, que se hace necesario: sólo hablamos de aborto quirúrgico, no de aborto químico.

Y ya puesto en clave económica, ¿de verdad creemos que con un 1,18 hijos por mujer vamos a poder pagar las pensiones, cuya última nómina superó los 10.200 millones de euros mensuales, por 14 pagas? Y la media de edad para la maternidad es de 32 años… cuando ya el cuerpo, la biología, empieza a declinar. Hablo del cuerpo de ella y de él.

La ventaja de todo esto que, con tan pocos nacimientos, el salario maternal, de instalarse, saldría más barato.

Pero ningún salario maternal logrará sanar ese odio a la vida naciente, al ser humano dependiente, odio a la debilidad y a la falta de productividad, un odio que ha surgido con fuerza en Occidente y que desgraciadamente, constituye una de las claves del mundo libre en el siglo XXI.

Ventaja: con tan poco nacidos el salario maternal saldría más barato

Termino con un rasgado de vestiduras. ¿Cómo es posible que el odio a la vida no figure entre los delitos del odio que castiga el Código Penal? Je suis désolé.