Nuestra Señora de la Vida
Nunca había visto un cuadro así: la Virgen María no sostiene en sus brazos a un niño, sino a un embrión, a un no nacido, del tamaño de sus dedos que, a pesar de su pequeñez, es un ser humano como la copa de un pino.
Está corriendo por la red (por la red también corren cosas buenas, ¿qué se creían?) con la leyenda adjunta a la imagen.
Dos apuntes: los que se ensañan con el más inocente e indefenso de los seres humanos no han vencido, aunque lo parezca y ya hablen de "derecho al aborto”: (¿Derecho de una mujer a matar a su propio hijo en su propio seno?). En Estados Unidos vía Partido Republicano, en México vía Corte de Justicia, en pequeños países que resisten la presión de la Administración Biden sí, la presión criminal del Occidente cristiano, hoy Occidente homicida.
Dos: La Virgen ha pasado a ser Nuestra Señora de la Vida porque el aborto se ha convertido en la mayor matanza de la historia, encima recubierto de un manto, putrefacto pero vistoso, de civilización y de modernidad. El viscoso fenómeno abortero sólo triunfa por la cobardía de los buenos y porque las víctimas no pueden protestar: nunca habrá una manifestación de fetos porque son seres indefensos y porque, en el caso del aborto, quienes traicionan al inocente son su propia madre y su propio padre.
La respuesta al aborto, obra maléfica del poder y muestra de la degradación profunda del Occidente cristiano son las palabras-resumen, el gran titular, de Benedicto XVI: "Dios ama al embrión”. Y si Dios le ama ni se te ocurra tocarlo o estarás retando al mismísimo Dios. Por cierto: recuerda que Dios existe independientemente de que usted crea o no crea en él. Y resulta que sí que existe y es misericordioso, pero también juez inapelable.
Nunca había visto una imagen de la Madre de Dios mimando a poco más que un embrión, no a un niño nacido sino a uno aún no nacido. Por eso me ha gustado. Es más: creo que el mérito es del artista y que este artículo sobra: la imagen lo dice todo.
En la parroquia de San Josemaría, en Ciudad de México.