Si has tenido una desgracia vete al psicólogo. Mejor, ya te lo pone el Gobierno al que deberás estar muy agradecido. Si estás deprimido vete la psicólogo: seguirás deprimido, pero, como en el viejo chiste de psicólogos, ya te importará algo menos. Sí, recuerden el chiste más famoso de psicólogos sobre el incontinente que, por un error, acude al psicólogo en vez de al urólogo, y tras un triunfal tratamiento... se sigue orinando en los pantalones pero ya no le importa.
Si tienes dudas existenciales acude al psicólogo: no te solucionará ninguna pero te circunscribirás las preguntas a dos o tres... sin respuesta alguna, naturalmente. Si sufres de ansiedad acude al psicólogo, que te dará un consejo, a veces incluso un fármaco, si no infalible, si con el efecto placebo suficiente para pensar, durante unas horas, que la angustia pasará. Si sufres soledad acude al psicólogo y ya estarás con alguien... al menos durante media hora, bien pagada.
El psicólogo no va a explicarte de dónde venimos, quién somos y adónde vamos (sobre todo de dónde venimos y por qué traemos los pantalones tan arrugados, que diría Groucho Marx), no va a solucionar tus problemas pero siempre servirá para aplicar el modelo de la política inglesa:
1.Hay que hacer algo.
2.Esto es algo.
3.Pues hazlo.
3-bis.¡Pero esto es una chorrada!
3-bis-bis. Pero es algo: hazlo.
Me explico: la modernidad prescindió de Dios y como tenía que encontrarle un sustituto se decidió por el psicólogo, nuestro brujo de la tribu, en calidad de prestación social sustitutoria del Padre Eterno. En el libre mercado nadie daría un duro por un tipo que me vende la felicidad que no puede dar, algo así como el Bálsamo de Fierabrás... pero es algo y, tras haber prescindido de Dios, no nos queda nada a lo que asirnos.
Yo propongo que volvamos al viejo método de rezar, de hablar con Dios, en sus dos versiones, verbal y mental. A fin de cuentas lo mejor que puede hacer la creatura es consolarse con su Creador que, encima, como Dios es amor, es el que nunca falla.
En el siglo XXI, en concreto, aconsejo la oración-adoración o charla con el Santísimo expuesto en la custodia, y esto por las razones ya aducidas: ¡La eucaristía, estúpidos, la eucaristía!, que es la clave de nuestro tiempo.
El caso es que la creatura sólo se realiza en contacto con su Creador que, encima, ha asumido los papeles de redentor y, atención, de Padre.
Otra ventaja de la oración sobre el psicólogo es que la oración es gratis.
En suma, menos psicólogos y más oración, porque sólo un hombre puede entender a otro hombre, y claro que eso ayuda, pero no puede reconstruirlo. Y lo que necesita el triste, hoy llamado deprimido, es su reconstrucción como persona, su paso de criatura a Hijo de Dios.
¿Y si no tengo fe? No te engañes: no tienes fe porque no la pides. La fe no es otra cosa que la confianza en Jesucristo, Dios encarnado, personaje histórico con el que comienza la ultima etapa de la historia del mundo.
Ponte a orar ahora mismo y ya verás cómo se solucionan todos tus problemas existenciales.