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La igualdad como tal es un concepto pululante del que todos hablan, como del amor y la paz, pero ningún grupo de interés, excepto la moral, logra definirlo sin salirse de sus intereses. La igualdad como tal, está más cerca de la justicia que de la condición humana. Estos tiempos de conceptos sin argumentos razonables, provocan reacciones encontradas que solo sirven para enterdernos cada día menos. En esto está el debate... en las fake news, en el enfrentamiento de intereses, conseguir mentir queriendo decir su verdad, unos creen a unos y otros a otros, así todos creen en su verdad. La que más se ajusta a su estilo de vida.
La igualdad es generadora de dos tendencias imaginarias. La utopía de pensar en la que todos alcanzaremos la satisfacción sin que nadie sea más que nadie, en un mundo en el que todos estemos servidos de igual manera, que lleguemos a la felicidad social en un mundo fluido sin necesidades imaginarias. También, antagónicamente, provoca la distopía de un mundo que no encontrará la paz porque nadie se parece a otro; todos vivimos en estados sociales distintos con características individuales que nos hacen diferentes. La primera, la utopía, es propia de los estados comunistas o socialdemócratas; la segunda, la distopía, la engendra el neoliberalismo, donde el ser humano es una pieza recambiable, cuyo valor se mide en la capacidad de producir. Lo que el marxismo intento con el igualitarismo a través de una lucha de clases, ahora están consiguiendo que la lucha sea civil, entre razas, religiones, ricos y pobres, norte y sur... ¿Qué están consiguiendo los tahúres sociodemócratas de la paz y el amor? Más guerra, más dolor, más diferencias, más infelicidad.
¿Qué están consiguiendo los tahúres sociodemócratas de la paz y el amor? Más guerra, más dolor, más diferencias, más infelicidad
Los estados actuales se olvidan de las fuentes de la Vida. Como ya he dicho en otras ocasiones, vivimos la orfandad Suprema porque nos hemos alejado de Dios y por lo tanto, tratamos de buscar la razón de ser en nosotros mismos, en nuestro egocentrismo particular, agotando en seguida nuestras posibilidades. La igualdad de los seres de Dios no se basa en las apariencias físicas o materiales, sino en el hecho de que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, donde encontramos nuestra verdadera dignidad, o dicho de otra forma, donde la dignidad está reflejada en nuestros actos y trascendencia, ahora en la tierra y luego en la hora de nuestra muerte, también. El anciano con alzheimer, el síndrome de Down, un físico cuántico o el nasciturus, son dignos en sí mismos porque proceden de Dios. En eso sí somos iguales. Sin embargo, en lo demás, somos tan distintos, que ninguno nos parecemos en nada. Tan diferentes somos, que no hubo, ni hay, ni habrá en la historia alguien parecido a nosotros mismos. Esta es la razón máxima de por qué la vida humana es inviolable, siempre respetable y jamás manipulable, porque no somos más que administradores de ese don recibido gratuitamente de la dignidad como hijos de Dios.
El anciano con alzehimer, el síndrome de Down, un físico cuántico o el nasciturus, son dignos en sí mismos porque proceden de Dios
Somos parte imprescindible -porque así lo ha querido Dios- de la creación de la naturaleza humana. Nos ha dado la capacidad de dar vida a través de nuestros actos, que nada más debieran ser de amor. Es por esto que los seres humanos, a diferencia de los animales, procreamos, mientras que los segundos se reproducen. El Papa Francisco, en Amoris laeticia, en el número 150, hace una reflexión que viene a decir precisamente la importancia que tienen las relaciones sexuales entre esposos: Todo esto nos lleva a hablar de la vida sexual del matrimonio. Dios mismo creó la sexualidad, que es un regalo maravilloso para sus creaturas. Cuando se la cultiva y se evita su descontrol, es para impedir que se produzca el "empobrecimiento de un valor auténtico" [146]. -Y como si quiera apoyarse en san Juan Pablo II para que le crean los que dudan de su palabra y no de la del santo, sigue diciendo-: San Juan Pablo II rechazó que la enseñanza de la Iglesia lleve a "una negación del valor del sexo humano", o que simplemente lo tolere "por la necesidad misma de la procreación" [147]. La necesidad sexual de los esposos no es objeto de menosprecio, y "no se trata en modo alguno de poner en cuestión esa necesidad".
En la medida que nos hacen más iguales por la ley, por las modas o razones de aglomeración, perdemos en libertad, en identidad, en felicidad
Es decir, que ese igualitarismo pretendido, que por otro lado desean los dirigentes porque es mejor para ellos mismos y no digamos para el NOM, es la unificación de las personas, no de la unidad en la diversidad que defiende la Iglesia y la naturaleza propia del ser humano. Esa unidad en la diversidad es lo que enriquece precisamente a la sociedad, porque creamos un estado de la complementariedad, primero entre varón y mujer, los pilares de la procreación, luego en la familia, las razas, las etnias, las culturas... Un mundo rico e infinito de combinaciones, inabordable desde la mentalidad meramente humana. Es necesario que los diferentes se respeten, se contemplen por lo que son y cómo son. Es necesario liberarse de la obligación de ser iguales, primero porque no lo somos, y segundo porque tal empeño solo provoca la infelicidad individual y social. Lo hemos dicho más veces: en la medida que nos hacen más iguales por la ley, por las modas o razones de aglomeración, perdemos en libertad, en identidad, en felicidad.
La tabla rasa (Paidós) Steven Pinkeren. En un momento en que la ciencia está avanzando en estos temas, muchas personas se muestran hostiles al respecto. Temen que los descubrimientos sobre los patrones innatos del pensar y el sentir se puedan emplear para justificar la desigualdad, subvertir el orden social, anular la responsabilidad personal y confundir el sentido y el propósito de la vida.
La utopía capitalista y otros ensayos (Palabra) Gilbert K. Chesterton. El genial autor dejó en 1917 escrito este libro de ensayos en los que denuncia con fuerza y dureza el mal del capitalismo, o dicho de otra forma, la peana del neoliberalismo, además del servilismo de la prensa, la riqueza acumulada o la corrupción... pero también se adelantó a su tiempo con temas que entonces en esos tiempos sería como de hablar de un planeta nuevo...: la empresa familiar, la mejora en la distribución de la propiedad, el sistema de protección social basado en la auto organización, no en la dependencia del Estado. Es decir, la libertad del ser humano alejado de la estabulación de individuos dentro de las leyes, que nos agrupan a todos en un sistema fiscal y social impositivo.
La ideología invisible (Libros Libres) Jesús Trillo-Figueroa. Y si de falta de libertad e igualitarismo abusivo hablamos, la ideología de género es la trama que todo lo empaña y apaña. Un eje norte sur lleno de elementos colaterales que atraviesan todo estado humano, edad, sexo y condición. Es la verdadera tela de araña donde la sociedad cae creyendo que en la libertad y realmente es sometida a un aplastante control de sus actos, sus decisiones y su futuro. Trillo-Figueroa, uno de los primeros ensayistas españoles que habló valientemente de este asunto cada día más claro y más espinoso, deja claro en esta obra como se inculca desde la política las tesis de género, iniciada por la izquierda y sostenida después por la derecha.
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