Hoy se cumplen 5 años de la muerte de Ignacio Echeverría Miralles, llamado el 'héroe del monopatín', tras enfrentarse a uno de los terroristas islamistas del atentado de Londres de junio de 2017. Este empleado de banca español, que trabajaba en Londres, se enfrentó a uno de los terroristas con su monopatín al ver que estaba acuchillando a una chica. Momento que fue aprovechado por otros dos terroristas yihadistas para apuñalarlo por la espalda. La chica consiguió salvar su vida.

Ese día, Ignacio fue la octava víctima de los terroristas, que primero atropellaron a varios viandantes en London Bridge y después apuñalaron a otros en Borough Market.

Hoy El Mundo publica que el obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino, está promoviendo su canonización.

Y es que, un mes después del crimen, el Papa Francisco abrió una nueva vía para declarar santo a un cristiano: «Son dignos de especial consideración y honor aquellos cristianos que, siguiendo de cerca las enseñanzas del Señor Jesús, han ofrecido voluntaria y libremente su vida por los demás y perseverado hasta la muerte en este propósito».

La idea creció y en noviembre de 2021 la familia y los amigos crearon una asociación para impulsar la canonización de Ignacio Echeverría,  añade El Mundo.

La Iglesia apoya la iniciativa y espera el informe de un «postulador» con testimonios que den fe del compromiso de Ignacio con los demás hasta su misma muerte. Manuel Martín, párroco de La Visitación, a un paso de la casa donde Ignacio creció, es uno de los implicados: «A partir del 3 de junio podemos trabajar para presentar un dossier al Obispado de Madrid».

Su padre, Joaquín, lo explica así: “Ignacio entregó su vida para salvar otras. Tuvo una vida devota en Acción Católica. Estaba suscrito a publicaciones eclesiásticas y aportaba una contribución anual a la Iglesia. En Londres daba catequesis. Protestó cuando a un país del Este le prohibieron poner en la moneda la cruz de su escudo nacional. Y expresó su opinión sobre el aborto. Su muerte puede ser útil, valió la pena por el ejemplo del esfuerzo de una persona normal. Hay razones para la canonización. Pero ya veremos”, recoge El Mundo.