La paz internacional es una paz entre las naciones, no una paz después de haber destruido las naciones... como la paz de los budistas, que se consigue tras el aniquilamiento de la personalidad
"Todas las personas buenas son internacionales. Casi todas las personas malas son cosmopolitas. Para ser internacional, hace falta ser nacional. La paz internacional es una paz entre las naciones, no una paz después de haber destruido las naciones, como la paz de los budistas, que se consigue tras el aniquilamiento de la personalidad"... dijo Chesterton.
En España sólo existe una nación, España. Por historia, por economía, por jurisprudencia. Lo de la nación catalana o la nación vasca es una coña de aquellos a quienes no les gusta la nación española, o sea, que no les gusta España.
Pero dejando a un lado este pequeño detalle, cuando se habla de paz internacional no se habla de cosmopolitismo hortera, de la misma forma que cuando se habla de nación española no se está hablando de fascismo.
Tampoco sé por qué en Navidad se habla tanto de paz, dado que se celebra la encarnación de Cristo. El nacimiento de Jesús no consistió en traer paz a la tierra sino división, guerra del padre contra el hijo y de la nuera contra la suegra (está última, de gran tradición en los cinco continentes). No lo digo yo, lo dice Cristo: "¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".
En cualquier caso, volvamos al chestertoniano inicio: el cosmopolita es un hortera de bolera que no valora su identidad nacional. Se siente universal cuando es un cateto provinciano con la marca de la rebeldía contra lo que le es propio, actitud que constituye la garantía ineludible de no rebelarse contra el extraño. La rebelión contra lo propio está al alcance de cualquier cobarde.
Pero es que, además, para creer en lo internacional primero hay que creer en lo nacional. La paz internacional es paz entre las naciones, no después de haberse cargado las naciones. Si te cargas la nación queda algo parecido al caos, que no tiene ningún atractivo, porque el caos es el mundo donde el fuerte se come al débil, sin problemas jurídicos añadidos.