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No podemos negar que los cristianos son perseguidos, lo fueron desde que Cristo ascendiera a los cielos y lo seguirán siendo hasta que vuelva. Y esto es así porque Él lo dijo, como otras tantas cosas; y porque como Él, los cristianos, o son signo de contradicción o no lo serán.
Y para muestra están el siglo XX y el XXI, lejos, muy lejos de los primeros siglos de nuestra era donde fueron devorados por fieras, clavados en cruces ardientes, culpabilizados por el emperador de sus propios errores o desposeídos de sus propiedades y convertidos en esclavos, ellos, sus mujeres e hijos para más gloria del Imperio, y todo con la ley en la mano. El siglo XX mató, acorraló y arruinó a millones de cristianos de todo el mundo, y sabemos dónde y cuándo, por eso no voy a reenumerar los casos. En el siglo XX, la persecución fue por ser el opio del pueblo, por oponerse a la revolución que quería destituir a Dios por el nuevo hombre, el hombre sin Dios, el hombre dios. Solo la Iglesia no claudicó en su fin sobrenatural. Ahora, en lo que llevamos de siglo XXI, se han cerrado las filas de la dictadura del pensamiento con leyes y penalizaciones que en muchos casos, por el simple hecho de decir lo contrario de lo que determinados lobbies piensan, pueden suponer cárcel, multas y el ostracismo social si vives del famoseo como los artistas, escritores, cantantes, etcétera.
Llevo tratando el tema del globalismo hace tiempo, unas veces de forma local y otras más universal, porque no hay que olvidarse de que lo católico es lo más universal -de ahí lo de católico- y es precisamente lo que aborrecen. No porque no lo comprendan, todo lo contrario, porque como sí lo comprenden -quizá mejor que muchos de la Jerarquía-, saben que es lo único que puede arruinar el mayor negocio de la historia de la humanidad, en la que se juegan los cuartos una veintena de hombres y mujeres perversas que lo quieren todo para sí: el dinero, el poder, la vida, la humanidad… Quieren ser ese dios Sol de los nativos, al que para tenerle contento había que sacrificar vidas, y el aborto, la eutanasia y alguna pandemia que otra, son las víctimas sobre el altar del poder donde se les ofrece el oro rojo de la sangre para que no se venguen.
Quieren ser ese dios Sol de los nativos, al que para tenerle contento había que sacrificar vidas, y el aborto, la eutanasia y alguna pandemia que otra, son las víctimas sobre el altar del poder donde se les ofrece el oro rojo de la sangre para que no se venguen
Los cristianos estamos llamados a sufrir la persecución. Estamos llamados porque así mismo nos lo dice Jesucristo en el Evangelio, en el capítulo 10 de san Mateo. Además, estamos también obligados porque el día que no lo consideremos de esta forma, sucederá que nos habremos acomodado al mundo que nos rodea. Y si nos hemos acomodado al mundo que nos rodea, es que estamos más cerca de él -el mundo- que de Él -de Cristo-. Hay que recordar que nosotros estamos en el mundo pero no somos del mundo, esto también nos lo recuerda el Señor y sin embargo, tristemente, hay que ver cuántas personas católicas de misa, incluso de misa diaria, se ponen de perfil ante las circunstancias que el mundo va imponiendo, o sugiriendo, sabiendo que van contra el hombre, es decir, contra Dios, porque somos su criatura amada por excelencia y por la que dio su vida en la cruz. ¿Nos hemos convertido en esa parte del mundo? Si es así tenemos un problema, porque seremos demasiado tibios para el mundo y demasiado tibios para Dios. ¡Vaya callejón sin salida!
Puede que alguien con cierta carga de cinismo, o con absoluta ignorancia, pero siempre con algo de malicia, nos diga sonriendo es que yo no tengo vocación de mártir. Y nosotros al tiempo, pensamos por dentro, ¡este se piensa que los demás somos tontos! ¡Pues claro, que ser mártir no es una vocación! Es una consecuencia de la fidelidad a la vocación de ser hijo de Dios. Nadie estamos obligados a ser mártires, sin embargo todos deberíamos tener la idea clara de que ser mártir es morir por Cristo, y si no estamos dispuestos a morir por Cristo entonces estaremos dispuestos a morir por este mundo. Esa es nuestra elección. Ese es nuestro espacio de decisión para esta vida.
¿Nos hemos convertido en esa parte del mundo? Si es así tenemos un problema, porque seremos demasiado tibios para el mundo y demasiado tibios para Dios
Hay medios como Hispanidad que luchan por dar un mensaje de esperanza. De decir realmente lo que hay que decir, no lo que al mundo le apetece que digamos. Esto no nos hace héroes, solamente nos hace responsables. Lo que ocurre es que la responsabilidad del cristiano es una responsabilidad como el cristal de la sala de interrogación de la policía. Ya saben, ese cristal de dos caras, por un lado un espejo en el que individuo se ve reflejado pero no sabe si le ven otros o quiénes. Puede que el individuo se vea y se reconozca como lo que es porque sólo se ve así mismo; pero por el otro lado está el vidrio, desde donde se ve todo, también todo se sabe. Es el lado desde donde se ve todo tal y como realmente se es. A ese lado del cristal, es donde está Dios.
El nimbo y la pluma: Grandes custodios de la doctrina católica (Letras Inquietas) José Antonio Bielsa Arbiol. Un librito tan delegado como el enorme peso del valor de la obra. Recoge 14 santos que dejaron por escrito la esencia del catolicismo. Comprende la franja cronológica desde del año 300 hasta el fallecimiento del Aquinate, en 1274. ¡pues muy adecuado para el artículo de presente!
Jesucristo y la Misión apostólica (Sekotia) Juan Moya Corredor. No se puede amar lo que no se conoce, o será mentira el amor o no existe lo que creemos amar. Por eso este libro pretende ayudar a profundizar en el conocimiento de Jesucristo, como verdadero hombre y como verdadero Dios. Juan pablo II, en una de sus rotundas y redondas frases dijo que Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre, es el misterio central de nuestra fe. Si tu eje no está en El, tu vida será excéntrica…
El Diablo existe (Propia) Francisco Soto Nieto. Si en algo ha sido cómplice el globalismo ha sido en la maliciosa idea de hacer creer que el Diablo no existe, que no son más que cuentos para asustar a pobres niños… Sin embargo es absurdo creer que el bien –Dios y los ángeles- existen porque eso mola, y que no exista lo contrario. Precisamente esta obra particular hace ver que el demonio está activo, que induce a la ignorancia de Dios y que busca los medios materiales cuando puede y espirituales siempre, el rechazo a los sacramentos, especialmente la Eucaristía y el Perdón.