En Irlanda se ha dado a conocer estos días un dato que estremece. Y lo ha revelado el director del Hospital Rotunda de Dublín, el profesor Fergal Malone, por lo que se trata de un cifra totalmente fiable:

Alrededor del 95 por ciento de los padres a cuyos bebés se les detecta el síndrome de Down en el Hospital Rotunda de Dublín optan por abortar a su hijo, según explica el director del hospital a The Irish Times.

El profesor Fergal Malone dice que su hospital se esfuerza por ser neutro en su asesoramiento a los padres afectados. «El 95 por ciento de los que eligen ese camino toman esa decisión ellos mismos. No abogamos mucho por la terminación», dijo. Aunque «la realidad es que la gran mayoría opta por terminar. No tengo una opinión sobre si eso es lo correcto. No abogamos por eso, esa es solo la experiencia vivida».

Aunque el riesgo de síndrome de Down se puede identificar a las nueve semanas de embarazo, la confirmación del diagnóstico suele tardar unas 12 semanas, que es el límite para la mayoría de las interrupciones según la legislación irlandesa introducida en 2019.

El Hospital actualmente lleva a cabo alrededor de 30 a 40 abortos al año que involucran una anomalía fetal fatal. En otros 20 a 30 casos, la anomalía fetal no cumple con los criterios establecidos por la legislación y las mujeres involucradas viajan al exterior para una terminación.

De hecho, el síndrome de Down, a menos que se acompañe de otra afección que limite la vida, no es una anomalía fetal fatal según la legislación irlandesa, por lo que las mujeres afectadas que buscan una terminación después de las 12 semanas tienen que viajar al extranjero para abortar.

El de los niños con síndrome de Down, un auténtico genocidio silencioso...

El dato del hospital irlandés no hace sino confirmar la tendencia registrada en otros países, que ronda también más del 90% de abortos en estos niños, países en los que es cada vez más difícil que un niño con síndrome de Down nazca. Un auténtico genocidio silencioso..

Decían San Juan Pablo II y el médico francés Jerome Lejeune -descubridor del origen genético del síndrome de Down- que “la calidad de un civilización se mide por el respeto que manifiesta a los más débiles de sus miembros”.

Y cifras de aborto como las anteriores no hablan muy bien de nuestra civilización. Pero es que, además, la riqueza que aporta una persona con síndrome de Down a la sociedad, a sus familias, a quienes les rodean, es increíble. Son escuela de humanidad: dan amor muchas veces sin esperar nada a cambio y también reciben amor a raudales.

Y eso, pese a que en sus vidas muchas veces está presente el sufrimiento, tanto en ellas como en quienes les rodean, en forma de problemas de salud, dificultades de aprendizaje, trastornos de comportamiento…  

Pero es muy difícil conocer a una de estas personas y no quererla. Y eso es lo característico del ser humano: el amor.

Por eso, esta civilización que no les deja nacer sí que está enferma…