El padre André Poré, con sotana blanca (foto ACN)
Hace un mes, Hispanidad recogía la noticia del asesinato de más de cien personas en Burkina Faso a manos del grupo terrorista yihadista Al Qaeda.
Hispanidad recordaba que ahora mismo, el fanatismo islámico pretende conquistar toda la franja del Sahel y toda África, desde el Sáhara y desde el Índico.
En ese contexto, Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) ha entrevistado al padre André Poré, responsable de la parroquia de Santa Teresa del Niño Jesús en Kongoussi, donde se ha acogido a numerosos refugiados (unas 2.000 personas) que fueron expulsados por los terroristas el 8 de mayo de 2023, en la zona del departamento de Rollo (norte de Burkina Faso).
"Los cristianos son minoría en Burkina Faso, por lo que hay más musulmanes que cristianos entre los desplazados. A veces pedimos ayuda sólo para los cristianos, por ejemplo, en relación con actividades pastorales y espirituales; pero para recibir apoyo humanitario, todos son bienvenidos, porque todos somos criaturas de Dios", explica el padre Poré.
Cuando llegan, los extremistas matan a toda la población o, después de asesinar a varias personas al azar para demostrar que van en serio, obligan a la gente a abandonar sus casas antes de que anochezca
El sacerdote añade que el extremismo islamista no ha deteriorado las relaciones entre cristianos y musulmanes, más bien al contrario, "se han fortalecido. Estamos unidos, y actualmente celebramos muchos más encuentros interreligiosos. A la hora de distribuir ayuda entre los desplazados, la parroquia no hace distinciones entre los grupos religiosos, y eso ha impresionado a los musulmanes y ha reforzado nuestros lazos".
“Cuando llegan, los extremistas matan a toda la población o, después de asesinar a varias personas al azar para demostrar que van en serio, obligan a la gente a abandonar sus casas antes de que anochezca”, explica el cura.
"La imposibilidad de ganarse el pan de cada día también es un gran problema para los desplazados. Algunas mujeres recogen arena al borde de la carretera para vendérsela a los camiones que transportan materiales de construcción, y otras intentan vender las rosquillas que cocinan, con lo que ganan 1 o 1,50 euros al día. Con marido y tres hijos, eso apenas alcanza para una sola comida, pues en la ciudad todo se ha encarecido mucho. Los hombres intentan trabajar como albañiles o jardineros, por ejemplo, pero algunos se quedan en sus tiendas de refugiado todo el día porque nadie los contrata. En estos momentos, estoy dedicando mucho tiempo a buscar la mejor manera de ayudarles a conseguir empleo, porque la parroquia tiene tierras que se podrían cultivar. Sin embargo, para ello necesitaríamos agua y herramientas", cuenta el párroco.
"Ayudar a la gente a superar sus traumas es una tarea muy importante para la Iglesia, y gracias al apoyo de ACN, un sacerdote de nuestra diócesis se ha formado en Kenia en esta especialidad. Ahora el objetivo es que él, a su vez, forme a otros. El apoyo espiritual también es crucial para evitar el desánimo, pues queremos vivir esta prueba con fe y esperanza. Desde la llegada de los desplazados de Rollo hemos intensificado nuestra labor pastoral. Organizamos periódicamente jornadas de recogimiento que incluyen la misa y la confesión", añade también el padre Poré.