Ya en diciembre de 2022 decíamos en Hispanidad que la nueva ley de Universidades rompe la igualdad de oportunidades de los estudiantes dado que las CCAA más ricas podrán ofertar mejores becas. Así, el texto añade que "las comunidades autónomas, en el ejercicio de sus competencias, podrán ofertar y regular un sistema propio de becas y ayudas al estudio con cargo a sus presupuestos. Asimismo, las universidades, en el ámbito de sus competencias, podrán establecer su propio sistema de becas y ayudas al estudio con cargo a sus presupuestos". Es decir, esto rompe la igualdad y provoca que las CCAA más ricas puedan permitirse otorgar mejores condiciones que las regiones menos boyantes. 

La norma permitirá también a los claustros de los campus catalanes posicionarse políticamente como hicieron tras la sentencia del referéndum ilegal del 1-O en favor de la causa independentista, estableciendo así un blindaje parlamentario contrario a lo dictaminado por la Justicia, que ha condenado a la Universidad de Barcelona, a la Universidad Pompeu Fabra y a la Universidad Politécnica de Cataluña por romper la neutralidad ideológica que se les presupone como instituciones públicas.

Es decir, que el Gobierno Sánchez cede ante los nacionalistas en sedición, malversación y, ahora también, en becas y Universidades. ¡Esto marcha!

La norma permitirá también a los claustros de los campus catalanes posicionarse políticamente como hicieron tras la sentencia del referéndum ilegal del 1-O en favor de la causa independentista, estableciendo así un blindaje parlamentario contrario a lo dictaminado por la Justicia, que ha condenado a la Universidad de Barcelona, a la Universidad Pompeu Fabra y a la Universidad Politécnica de Cataluña por romper la neutralidad ideológica que se les presupone como instituciones públicas

Pues bien, el Proyecto de Ley Orgánica del Sistema Universitario (Losu) ya ha sido aprobado en el Pleno del Congreso de los Diputados, después de votar las enmiendas aprobadas por el Senado, con 182 votos a favor, 157 en contra y ocho abstenciones. 

El Mundo apunta como problemas que va a causar la Losu, por ejemplo, un "problema grave» de financiación, ya que, a pesar de que fija como objetivo una inversión mínima del 1% del PIB (ahora estamos en el 0,7%), el Ministerio no ha llegado a garantizar los fondos para que las CCAA y los campus ejecuten el incremento de gastos que acarrearán medidas como convertir en fijos a 25.000 profesores asociados. Luego la Losu ha incluido en el Senado disposiciones que ralentizan su aplicación y tapan lagunas jurídicas, pero todo el «ruido ideológico» previo disuadió de incluir lo esencial para cambiar el rumbo de un país que, a pesar de ser la décima potencia mundial por volumen de publicaciones científicas, no produce investigaciones de calado, ni tiene ningún campus entre los 100 mejores del mundo y es el segundo estado de la UE con mayor tasa de universitarios en paro. 

La portavoz de Universidades del PP, María Jesús Moro, ha recordado que esta ley "no contenta a nadie", porque los rectores e incluso la propia directora de la Aneca han denunciado que "va en contra de los principios de mérito, igualdad y capacidad"- es decir, en la línea educativa del Gobierno Sánchez: crear estudiantes vagos e ignorantes- "no garantiza la financiación necesaria", "no resuelve los problemas de la universidad" y "rompe la neutralidad institucional".

No podemos olvidar la cuestiòn de las residencias estudiantiles: ya hemos hablado en Hispanidad de que el ministro de Universidades, Joan Subirats, chantajea a los colegios mayores universitarios en su nueva ley de universidades: os quedáis sin ayudas si no os convertís en colegios mayores mixtos. ¿Obligatoriamente mixtos? ¡Pues menudo putiferio, Subirats!

Ni siquiera en sectores tradicionalmente afines, continúa El Mundo, ven con buenos ojos la Losu. «La precarización del profesorado va a continuar y la inconcreción del articulado hará que las universidades diverjan en calidad, derechos y acceso del estudiantado», indica Manuel Ortega, de UGT. También Encina González, de CCOO, ve que «hay muchos problemas para los que esta ley no tiene solución y para la mayoría de las cuestiones a resolver no se marca un mínimo común a nivel nacional». Mientras que Nicolás Hernández, presidente de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de las Universidades Públicas (Creup), lamenta: «El sistema universitario español necesitaba una reforma, pero ésta sigue empleando métodos lejanos a las necesidades del mundo profesional y no va a mejorar la empleabilidad del estudiantado».

No podemos olvidar la cuestiòn de las residencias estudiantiles: ya hemos hablado en Hispanidad de que el ministro de Universidades, Joan Subirats, chantajea a los colegios mayores universitarios en su nueva ley de universidades: os quedáis sin ayudas si no os convertís en colegios mayores mixtos. ¿Obligatoriamente mixtos? ¡Pues menudo putiferio, Subirats!

Hablamos de chicos y chicas, entre 18 y 25 años, cohabitando en un mismo inmueble y con las hormonas disparadas. Eso seguramente va a disparar la actividad cultural de los centros.

Y ojo, porque si el 'sistema' Subirats en las residencias no funcionara, si los estudiantes no se lo tomaran bien, hay que recordar que tienen, gracias a su nueva ley, derecho a huelga. Es decir, estarán legitimados para convocar paros académicos y no estarán obligados a hacer exámenes ni a ser sometidos a evaluaciones durante ese tiempo. En el Congreso se ha eliminado el deber que tenían los estudiantes que hacen huelga de "garantizar el derecho a la educación" de sus compañeros que quieren ir a clase, lo que permite, en la práctica, que puedan boicotearles. A lo mejor, para 'hacer más ruido' pueden utilizar a la tuna, que en eso también ha pensado el ministro, que quiere tunas mixtas. Por fin, una reforma universitaria profunda y de alcance. Caminamos hacia la ciencia y la investigación no binarias.

En conclusión: tal como publicamos en Hispanidad, en materia universitaria Subirats y su antecesor, Manuel Castells, precursor de esta nueva Ley de Universidades, coinciden en la línea habitual: más poder para el pueblo, es decir, para el estudiante, o sea, menos para el profesorado y para los rectores. Curiosamente, ni el colectivo docente ni el discente han apoyado su proyecto.   

Recordemos además que Subirats estuvo siempre detrás de Colau, nunca quiso aparecer en el proscenio. Fue teniente de alcalde de Educación y Cultura en el Ayuntamiento de Barcelona. Lo dejó a mitad de legislatura, ya estaba cansado de la política, pero no se resistió a ser ministro. Ya saben: hay que ser ministro aunque sea de Marina.