No es casualidad que el tratado de Naciones Unidas que marca el inicio de la aprobación de la pedofilia en el mundo se aprobara el 24 de diciembre, víspera de Navidad, la fiesta más entrañable del calendario cristiano en la que celebramos el nacimiento del Hijo de Dios hecho Hombre. La ONU cuida mucho los detalles.

Hablamos del tratado contra la ciberdelincuencia que tendrán que firmar los países en la próxima cumbre de Hanói, en julio. Basta con que lo ratifiquen 40 países para que entre en vigor, según C-Fam. La clave es el artículo 14: “Delitos relacionados con material en línea que muestra abusos sexuales de niños o explotación sexual de niños”. Ahora bien, en el apartado tres, la ONU hace una salvedad que es, en realidad, la puerta de entrada para la normalización de la pederastia.

“Los Estados partes podrán exigir como requisito que el material definido en el párrafo 2 del presente artículo se limite a material que:

  1. Muestre, describa o represente a una persona existente (…)”.

En otras palabras, la ONU permitirá la difusión de “material que muestre abusos sexuales de niños o explotación sexual de niños” si no son niños reales, sino generados por IA.

Más aún: con el esquema Irene Montero, los niños podrán tener sexo libremente, sin ser forzados. “De conformidad con su derecho interno y en consonancia con las obligaciones internacionales aplicables, los Estados partes podrán adoptar medidas para que no se criminalice:

  1. La conducta de niños por material que generen ellos mismos y que los muestre”.

Todo esto es una barbaridad y abre la puerta a la legalización de la pederastia, algo que no se ha hecho hasta ahora porque sigue siendo -la pederastia- la herramienta preferida del Nuevo Orden Mundial (NOM) para atacar a la Iglesia, de tal manera que, aunque la pederastia clerical apenas representa el 0,2% del total, se traslada la imagen contraria.

En cualquier caso, conviene ir al fondo de la cuestión. Tanto la pedofilia, que tiene más que ver con la teoría, pornografía incluida, como la pederastia (el concúbito con menores), son malos, no porque lo diga la ley, sino porque van en contra de la persona, la degradan y la despojan de su dignidad de creatura creada a imagen y semejanza de Dios.

Y más: no se puede permitir a un menor tener relaciones sexuales porque no es consciente de lo que significa. Por eso mismo se le considera menor, porque aún no tiene edad para hacerse responsable de sus actos, tampoco los sexuales. ¿Acaso dejaría usted que su hijo cogiera libremente una pistola cargada? Pues eso.