El asunto es importante porque es la primera vez que sucede. Unas 30 empresas, poseedoras de más de 200 periódicos locales de EEUU, han presentado una demanda colectiva contra Google y Facebook por abuso de posición dominante en el mercado publicitario online. En otras palabras, demandan al buscador por parásito y ladrón: parásito por utilizar las noticias de los medios y ladrón por robarles la publicidad que les correspondería, pero que finalmente va a las arcas de Google.

“Estas empresas son más poderosas que Standard Oil en su apogeo, por lo que nadie quiere ser el primero en enfrentarse a ellas”, afirmó Doug Reynolds, socio gerente de varios diarios de Virginia Occidental en una entrevista en el Wall Street Journal. Tanto Reynolds como el resto de editores están dispuestos a llegar hasta el final. “Sentimos que el clima político y legal se ha movido a nuestro favor y estamos listos para seguir adelante”, señaló.

Así es: la demanda colectiva presentada hace referencia a muchas acusaciones realizadas por el fiscal general de Texas, Ken Paxton, y otros nueve fiscales generales de otros tantos estados norteamericanos. Todas ellas acusan a Google de prácticas monopolísticas.

De hecho, según documentos internos desvelados por la acusación, el buscador reconoció que sus tarifas publicitarias son muy elevadas, pero podía hacerlo por su posición de dominio. Y a ese dominio se suma, además, el hecho de que se pusiera de acuerdo con Facebook para llevar a cabo prácticas anticompetitivas.

La demanda de Reynolds y compañía es un ejemplo a seguir en el resto del mundo en general y en España en particular. El problema es la cobardía de los editores, grandes y pequeños, que prefieren aceptar las condiciones de los gigantes tecnológicos antes que enfrentarse a ellos y denunciarlos por abuso de posición dominante. Si no puedes contra tu enemigo, únete a él. Al fin y al cabo, estamos hablando solo de dinero, no de principios. Porque Google y Facebook defienden el pensamiento único -feminismo, ideología de género y cambio climático-, lo mismo que la gran mayoría de los editores. Es el consenso que nos invade.