Recuerdo perfectamente aquel 11 de marzo de 2004, en Madrid. Aznar, todavía en Moncloa, a punto de cederle el bastón de mando a Mariano Rajoy, que tenía ganadas las elecciones ante Bambi-ZP, se creyó lo que le decía el CNI y atribuyó los atentados de Atocha a ETA. 

Reconozco que, sin datos, nadie podía tener datos en ese momento, en Hispanidad apostamos por otro tipo de autoría. Aquello era demasiado salvaje hasta para ETA y evocaba el hipersalvajismo islámico. 

El PSOE, ese partido tan sincero a lo largo de la historia, se apresuró, en boca de Alfredo Pérez Rubalcaba, a practicar aquello del "dime de qué presumes y te diré de qué adoleces". Aseguró que los españoles no merecían "un gobierno que les mienta". 

El error de Aznar lo convirtió la izquierda en el horror de mentirle al pueblo. A partir de ahí, con los ánimos excitados, España se volvió cainita y no ha dejado de serlo hasta 2023. El culpable no era el moro, era la derecha... y había que echar a Aznar. Ningún socialista, mucho menos que ninguno el candidato Zapatero, matizó que no había que pasarse, que no se trataba de un horror de Aznar, sino de un error. Fue igual, el PSOE ganó las elecciones y ya se sabe que cuando el PSOE entra en Moncloa sólo se marcha tras haber arruinado el país.

El PSOE acusó al PP de mentir cuando los que mentían eran ellos. Aznar no fue malo, fue simplemente estúpido. La izquierda sabía que era la única posibilidad de ganar las elecciones, de darle la vuelta a las encuestas. Y lo consiguió. 

Ahora bien, con ello, aquel 11 de marzo de 2004 se terminó la Transición de la concordia y el cainismo volvió a reinar en España. Fuimos el único país que sufrió un atentado de estas proporciones y en el que no se produjo unidad, como ocurrió en Estados Unidos, Reino Unido o Australia, sino que provocó todo lo contrario: no nos volvimos contra los culpables, los islámicos, contra los marroquíes, principales sospechosos de la barbarie -aún hoy siguen siéndolo,- sino que se convirtió en odio entre españoles.

Desde entonces, también con Rajoy como presidente, no digamos nada con Sánchez, España ha vivido en modo guerracivilista.

Hoy, 11 de marzo de 2023, 19 años después del atentado, seguimos en el enfrentamiento civil que, en cualquier momento, podría estallar en enfrentamiento violento. Sí, violento.

No digo enfrentamiento armado, no digo guerra, pero sí enfrentamiento civil y, probablemente, violento. En el primero, el enfrentamiento civil, ya estamos con Sánchez; en el segundo, podríamos estar.